Odio mi trabajo. ¿Pero cómo puedo decir eso? Odio es una palabra muy fuerte como para irla diciendo así libremente. Pero… Es que realmente odio mi trabajo.
Me amargo los domingos rezando para que ya llegue el viernes. Pienso en mi jefe y me duele el estómago. Llego a casa llorando. Siento que me está consumiendo. Saca lo peor de mí y me enfado y discuto constantemente.
Así estaba yo hace 6 años.
Y, desde entonces, he descubierto algunas cosas que me han hecho aprender mi mala disposición para con el trabajo. Esto es lo que me gustaría contarte hoy.
La unica forma de hacer un gran trabajo es amar lo que haces
Steve Jobs
¿Por qué odio mi trabajo?
La pregunta de porqué odio mi trabajo puede ser muy potente si estamos avispados o muy peligrosa si por el contrario estamos más bien empanados. Como no sé cuál es tu momento de vida actual, me gustaría que empezáramos por una pregunta un poco más básica: ¿qué es el trabajo para mí?
Es una pregunta básica, sí, pero creo que no hay mucha gente que se la plantee y reflexione sobre el tema realmente. Puede que veas el trabajo como un medio por el que ganarte la vida. O un área a través de la cuál ser útil o mostrar tus capacidades. O lo que sea…
Sigamos avanzando. Lo que sabemos es que el trabajo es un “lugar” (por llamarlo de alguna manera) en el que pasamos muchas horas de nuestra vida (casi casi las mejores, después de la escuela y la universidad). Y, por cómo funciona en general la sociedad, todo lo que implique una inversión de tiempo considerable como en este caso le añadimos una carga de importancia importante, valga la redundancia.
Es decir, como nos pensamos que nuestro tiempo es nuestro mayor recurso (algo que traté de desmontar en el capítulo 20. Tu tiempo no es tu mayor recurso) todo lo que implique alta dedicación del mismo debe compensarnos bien. Porque si no…
Ahora unamos los dos puntos.
De tu respuesta frente a la pregunta “¿qué es el trabajo?” que pueden ser como los ejemplos que he dado u otras, emerge una expectativa. Un deseo que pretendo satisfacer en ese espacio o área de mi vida. Y sobre este deseo, le añado una carga de importancia que no deja de traducirse en una carga emocional.
Ya estamos preparados para responder a la pregunta inicial: ¿Por qué odio mi trabajo? Pues sencillamente porque no está cumpliendo tus expectativas. Y, como encima hay esta carga emocional pues tenemos el guión escrito: en un tiempo sentirás el síndrome de burn-out o quemazón.
¿Qué es el burn-out?
Puedes leer muchas cosas alrededor sobre este término, pero déjame que te lo simplifique a mi manera. El síndrome de burn-out es, básicamente, un malestar emocional que se ha ido prolongando excesivamente en el tiempo (o en intensidad) y que no has limpiado.
Para que lo entendamos visualmente: es como la escena de la película de Spiderman 2 (la antigua) en la que Venom posee a Peter Parker. Es un veneno que empieza por un lugar de tu cuerpo (tradicionalmente el corazón) y se va extendiendo más y más hasta poseerte completamente. Y entonces, a la mínima de cambio, ves que emocionalmente reaccionas de manera desmesurada: o te machacas fácilmente, o te rebotas con algo o con los demás, descubres una parte de ti muy irascible y agresiva.
Lamentablemente es una experiencia muy común y extendida en el mundo profesional, para que te hagas una idea: en 2020 ocho de cada diez empleados deseaba cambiar de trabajo. Enlace a la noticia.
Pero, al final, como te explicaba antes, el origen de todo es la combinación de una expectativa con una carga emocional. Al no cumplirse la expectativa se activa la carga y se ensancha. Al expandirse, está más a flor de piel, hay más sensibilidad y es más sencillo caer de nuevo.
¿Qué hacer ante la sensación de “odio mi trabajo”?
Llegados a este punto de la epidemia “odio mi trabajo” en el que quizás te encuentres o te hayas encontrado, toca movilizarse. Ponerse en acción. Y hay muchas maneras de hacerlo, voy a intentar simplificarlo a la mínima expresión.
Sí. Hagámoslo fácil.
Opción número 1: cambiar de trabajo
Huir. Es decir, oye mira aquí no estoy encontrando lo que busco a ver si en otro lugar sí. Este camino que es totalmente lícito y no es mejor ni peor que otro, tiene un pequeño peligro: y es que estás manteniendo tus condiciones originales y cuantas más tengas, menos oportunidad de lograrlas.
Llevémoslo al terreno de las relaciones que quizás se entiende mejor. Si tú, para empezar a salir con una persona te haces una lista inmensa de todo lo que tiene que cumplir esa otra persona… Claro, reduces la probabilidad de encontrar a alguien y pasas más tiempo buscando. Lo mismo con este camino.
Opción número 2: abordar la raíz
La otra opción es aprovechar lo que hay para revisar el origen real de este malestar que me está llevando por la amargura. Es decir, poner en cuestión esa expectativa que proyectas en el puesto de trabajo. Poner en cuestión significa intentar ir al origen profundo que hay detrás de poner esta expectativa para, luego, desmontar el error en el que se sustenta. Esto es lo que me parece más inteligente.
Te pongo mi ejemplo.
Mi propio “odio mi trabajo”
La época que peor lo pasé laboralmente fue cuando estaba en RO-BOTICA. De alguna manera ese trabajo me tenía que dar reconocimiento y seguridad tanto económica como emocional. Todo esto alimentaría mi personaje de querer destacar, ser “famoso”. ¿Qué me encontré? Un jefe que no consideraba a nadie de su plantilla, un salario justo y siempre me sentía cuestionado. Vamos, un fracaso para alimentar a mi personaje.
Al no poder alimentar a mi personaje, mi inseguridad no hacía sino crecer a pasos agigantados. Con el tiempo, estuve allí casi 5 años, me fuí quemando cada vez más y más. Aparentemente había apostado mi carrera profesional a ese trabajo y no me estaba saliendo bien la jugada. Mi nivel de frustración era enorme y recuerdo que los últimos meses estuvieron rodeados de muchas discusiones a grito pelao.
Acabé abandonando. Tomé el camino número 1 que te decía antes.
¿Cuál fue el problema? Que me llevé mis expectativas y mi mierda conmigo.
Unos años más tarde volvió a salir todo. Y, lo peor, es que salió cuando ya había empezado mi camino emprendedor junto con mi madre en WHI-Institute. Ya no era el puesto de trabajo, ni la misión de la empresa ni nada… Era evidente que el problema lo llevaba yo de serie.
Vayamos a lo concreto: receta para dejar de odiar tu trabajo
Vale, ya hemos visto por qué odio mi trabajo y un poco por encima qué hacer con ello. Pero seguro que estás esperando algo más concreto. Una especie de listado con pasos o una receta que te saque de donde estás y te permita cocinar algo más rico y sabroso.
Me nace decirte que no hay tal receta, pero sí que es verdad que podemos hacer varias cosas antes de desesperar. Voy a intentar trasladarte lo que para mí tiene sentido.
Lárgate de donde estás
Lo primero que hay que poner sobre la mesa es algo trivial en lo que yo no había caído hasta que lo ví hacer a un compañero del MBA. Tú puedes renunciar a un trabajo sin tener otro. En serio. Si realmente estás muy mal y que tu salud mental está peligrando: vete.
¿Cuánto vale tu salud mental?
Este mensaje va dirigido, sobre todo, a todas aquellas personas que se sienten infra pagadas en su puesto de trabajo. O sea, si realmente estás convencido o convencida de que estás cobrando por debajo del valor que aportas, vete. No pierdas más el tiempo en una empresa que no es buena poniendo precio al valor de sus empleados. No, porque si no sabe valorar adecuadamente eso seguramente tampoco valora con precisión sus productos, servicios y su visión. Por lo que es una empresa que a largo plazo está destinada al fracaso.
Ahora, si por lo que sea hay en ti un atisbo de duda sobre si estás bien pagado o no… Entonces, como dice Sergio Fernández, mejor quédate calladito/a y que no te descubran porque te echarán.
Sube tus estándares
Mira, éste es el mayor error que he cometido en mi carrera profesional y lo aprendí por el camino duro. Si estás mal en tu trabajo. Si cierras los ojos y sientes fuertemente ese mensaje de “odio mi trabajo”. Trabaja como nunca. Como una bestia. No aflojes ni un milímetro.
Sé que puede parecer un contrasentido. O que, incluso, lo que te digo te está confrontando ahora mismo. Pero es que si bajas tu nivel y tu actitud va a jugar en tu contra. Tómate este momento de tu vida como que te están pagando para que entrenes tus soft skills, tu actitud y tu entrega.
Yo no hice eso en ro-botica.
Es más, hice todo lo contrario con la típica idea de “a ver si me despiden y así cobro paro, compensación y finiquito”.
Error.
¿Sabes lo que sucedió? Que mi alma se fue marchitando poco a poco. Bueno, más bien rápidamente. Cada segundo que bajas los brazos una gran parte de tu alma que se muere. Yo no digo que te fuerces a situaciones inverosímiles de aquellas que son épicas absurdas de lucha y confrontación. No, no va de eso. Va de una actitud. De no dejarse vencer por la pereza, por la apatía, por la melancolía, por la tristeza.
En vez de esto aboga por entrenar tu excelencia. Allí donde sea que vayas a parar la vas a necesitar, así que ¿qué mejor estrategia y plan que alguien te pague por tu entrenamiento? Como decía, yo no lo hice así y fué algo que he tardado años en recuperar. Incluso te diría que aún hay en mí cierto poso que limpiar para estar al 100%.
Así que, en resumen, sube tus estándares. Pero todos ellos: físico, afectivo e intelectual.
Activa y cultiva tu curiosidad
Unida a la idea anterior, pero ahora concretando en el aspecto más intelectual. Vuélvete un niño. Ellos son capaces de estar 1h jugando con el mismo coche o la misma muñeca, haciendo el mismo recorrido o peinándola porque tienen interiorizado que cada momento es único. Y lo hacen con la misma intensidad y entrega todas las veces.
A ver, no te pido que llegues a estos niveles pero sí que vayas entrenando tu curiosidad en todas las horas del día. Dentro y fuera de la empresa. Dentro para averigüar y aprender más sobre la propia empresa. Fuera para ver cómo está el patio. ¿Quién sabe dónde está esperando tu próxima experiencia?
Se trata, básicamente, que cambies tu actitud de “yo lo sé todo” por la de “no tengo idea de nada”. De sabelotodo a eterno aprendiz. De geólogo a explorador. Yo lo que haría sería apuntarme en una libreta 2 o 3 preguntas diarias de algo que me gustaría aprender y me pondría a averiguar sus respuestas. Sin agobios pero sin pausa.
Conviértete en un gestor y generador de clima
Mira, muchas veces las relaciones y los ambientes fallan por lo mismo: nos tomamos las cosas a título personal. Y no solo en el trabajo, sino también en casa, en la pareja, en los amigos, etc. El tema está en que en algún momento sucede algo o alguien comenta algo que pone en cuestión o en peligro la personalidad de alguien. Y como nos han dicho que somos nuestra personalidad, ya la tenemos liada.
Mi propuesta aquí es radical: oye, en la medida que puedas, deja a un lado tu personalidad y antepón el clima. De esto, si quieres, puedo hablar en otro capítulo. Solo escríbeme y lo preparo.
Trabaja tu problema con el reconocimiento y la valoración externa
Deja de actuar por y para los demás.
Céntrate en ti. En expresar con autenticidad lo que sientes en cada momento.
Deja de mendigar migajas de afecto y amor camufladas en un reconocimiento externo o en una valoración de tu jefe o un comentario bonito de tus compañeros. ¡Basta!
Serénate y empieza a reconocerte a ti mismo, a ti misma. Empieza a verte. Empieza a trabajar tu propia confianza y tu propio poder. Cuanto más los actives y vivas en ti, menos dejarás de buscarlos afuera. Es lo de siempre: cuando encuentres, dejarás de buscar. Hay muchas maneras de hacer esto, encuentra la tuya. A mí me fué súper bien el deporte y la improvisación teatral.
Prepárate para dar el salto final
Bloquea un espacio de tiempo propio (hay quien se agenda reuniones consigo mismo para evitar intrusiones y molestias) y ponte a revisar tus capacidades, hazte preguntas potentes, queda con gente que admiras para que te cuenten su historia, etc.
Muchas veces por donde falla la gente es por no actuar. Por no pasar a la acción. No seas tú una de ellas.
¿Cómo hacer este camino?
Qué decirte. Hay miles de maneras de hacerlo. Una de ellas es que te apuntes a alguno de los retos de Proyecto Ikigai o al Mastermind del programa TÖKLAND.
¿Te ha gustado este capítulo?
Para mí es muy interesante saber cómo te están ayudando todas estas reflexiones, entrevistas y propuestas de ejercicicos. Puedes darme tu opinión aquí o dejar tu valoración:
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