Nuevo club de lectura
Ayer empecé un nuevo club de lectura, una actividad que no sabía lo mucho que me gustaba hasta que empecé a hacerla hará ya 3 años. Entonces fue con el pedazo de libro de «Reflexiones sobre el yo» de Jiddu Krishnamurti. La primera vez que le conocí y me abrió todo un mundo de posibilidades infinitas.
Luego dejé de hacer esta actividad por cosas del día a día. Y ahora he vuelto. ¡Y menudo inicio!
El hombre y el mundo
El libro que nos trae aquí hoy es «El hombre y el mundo» de un tal Sri Ramanakrishna. Entre tú y yo, no sé quién es este personaje. Al inicio del club se nos explicó un poco su vida y me pareció un tipo curioso ya que parece que una de sus ideas fue comprobar si se podía llegar a Dios a través de todas las religiones.
Ya te hago spoiler: resulta que sí. Sí se puede. De hecho Sri concluyó que todas las religiones son lo mismo. Bueno, son propuestas diferentes que hablan de lo mismo y que llegan al mismo resultado.
Más allá de todo esto que te estoy exponiendo, no me interesa conocer nada de este personaje llamado Sri. Quiero pensar que no me interesa porque no quisiera condicionar mi experiencia para con este libro. Así que ahí queda esto.
Dios, ¿mi primer rechazo?
En mi infancia he tenido una educación religiosa. No es algo que me gustara ni me desagradara. Simplemente estaba ahí, como una clase más y con la que poníamos en práctica algunas actividades. Pero más allá de eso, no me ha suscitado nunca preguntas existenciales y tampoco respuestas de vida. Creo que mi bajo nivel de curiosidad junto con la (a mi parecer) poca habilidad profesoril de los religiosos no ayudó al desarrollo.
Con el tiempo, por dejadez y por adaptación a mi entorno social más inmediato, siento ahora que he desarrollado una desconexión brutal hacia este mundo. Yo no diría que es rechazo, pero tampoco es simpatía para qué negároslo.
Pero es verdad que ayer en el club salió mucho la palabra dios y yo me veía mentalmente diciendo para mis adentros: «se refiere a la vida o al universo y no al Dios que has mamado de pequeño». Cosas curiosas. Pero, bueno, ahí estoy dándome la oportunidad de nuevos aprendizajes.
Si lo creo, no lo veo
El destino del ser humano es el primer capítulo. Y empieza así:
Puedes ver muchas estrellas en el cielo durante la noche, pero no cuando sale el sol. ¿Puedes, por eso, decir que no hay estrellas en el firmamento durante el día? ¡Oh hombre!, porque no ves a Dios en los días de tu ignorancia, no digas que Dios no existe.
Extracto del libro «El hombre y el mundo» de Sri Ramakrishna
49 palabras de pura belleza. ¿Por qué? Pues básicamente porque pone de manifiesto un aprender que tuve hace poco de manera aleatoria: el conocimiento (o la ciencia) siempre va a remolque de la vida (o la experiencia). Cuando acoges esto en tu vida, hay muchas cosas que caen de repente y sin darte cuenta.
Fíjate. En un ejemplo nos enseña que uno no puede decir que algo no existe porque no lo vea. Nos está diciendo que lo empírico es pura ignorancia. Porque por lo empírico tú lo único que puedes decir frente a si hay o no estrellas durante el día es un firme y rotundo «no sé». Y esto es lo que realmente te expande como ser humano.
La educación actual se centra en las respuestas
Dicho de otra manera… Podríamos decir que hay dos maneras de vivir la vida: desde el saber o desde el aprender. Claro, a nivel educativo nos entrenan para vivir desde el saber las respuestas. Corrijo: LA RESPUESTA. Pues para el sistema educativo parece ser que solo hay una respuesta correcta.
Vivir desde la respuesta correcta es vivir desde la ignorancia real. Menuda paradoja, ¿no? Repasemos esto…
Ignorancia, según la RAE, significa «falta de conocimiento». Pero, ¿dónde está tal conocimiento? ¿Qué es la verdad? ¿La verdad recae en lo que me dicen que es verdad y yo aprendo como tal? ¿O está en aquello que experimento en primera persona independientemente de si sigue los cánones de verdad consensuada por la sociedad?
Si yo vivo mi vida desde las respuestas, desde un lugar «prefabricado» eso limita mi conocimiento a unas pocas posibilidades. Por lo tanto, se presenta ante mí una gran falta de conocimiento. Ergo estoy siendo un ignorante.
La educación desde el «no sé»
El tema cambia cuando nos vivimos en el mundo del aprendizaje constante. O dicho de otra forma, desde el «no sé». A priori esto resulta el mundo o la vida del ignorante. Pero fíjate qué curioso que posicionarte así frente a la vida es precisamente lo que te abre la posibilidad de vivir cualquier cosa a todos los niveles: intelectualmente, afectivamente y espiritualmente.
Ahí no te falta nada. Estás en plena consonancia para acoger cualquier conocimiento. Por lo tanto puedes llegar a vivir cualquier cosa. Eso no es ignorancia. Eso es puro potencial.
Pasar de la educación del saber a la del aprender
Está claro que la propuesta de educar en el aprender choca con la manera en la que funciona nuestra sociedad. ¿Por qué? Pues enlazando con el inicio del libro: porque durante muchos años le hemos dado credibilidad y pleitesía solo a lo tangible. Al si no lo veo no lo creo. Yo aún peco de esto a día de hoy.
En un lugar donde constantemente nos debemos a los resultados. Medimos cada acción para demostrarlos (ahora con el marketing digital y las redes sociales aún más). Donde nos ponemos al servicio de nuestra razón y no al de nuestro corazón. En este lugar nos desalmamos y nos vivimos mediocres, fugaces y grises.
Para salir de ahí solo hay una manera: ir a la vivencia. A la experiencia. Pon el alma en lo que haces (sin importar qué). Y ya que la pones, pon el máximo de ella que te salga en este momento. Y de ahí saca tus propias conclusiones del momento. Pero que éstas no se conviertan en tu nuevo manual del vivir. Simplemente suéltalo para que puedas volver a ese estado libre del «no sé» que es exactamente el mismo punto en el que «todo es posible».
Y esto con Ikigai qué tiene que ver
Respondo a la pregunta clásica de mis escritos y podcast. Creo que en esta ocasión es sencillo de ver, pero que no quede sin contestar por mi parte.
El caso es que si queremos acoger aquello por lo que vale la pena vivir es porque actualmente no lo estamos haciendo. Es altamente probable que esto suceda porque estás posicionado frente a la vida con unas respuestas prefabricadas. Unas respuestas que en un momento concreto te ayudaron a llegar hasta donde estás. Pero donde estás no acoges aquello que para ti vale la pena vivir. En mi caso algunas de ellas son: trabajar muchas horas para obtener resultados, priorizar el trabajar frente a cualquier otra cosa, entre otras muchas cosas.
Claro, cuando uno vive desde estas respuestas no se permite la entrada de aire nuevo. Y el aire nuevo es el que puede ventilar la casa. Renovarlo todo. Deja que entre este aire cuestionándote todo lo que sucede a tu alrededor.
Deja una respuesta