Como bien sabes, en Proyecto Ikigai utilizo el acompañamiento filosófico como una de las herramientas principales para desbloquear a los adultos y llevarlos a vivir una vida más ligera y cercana a la manera que tienen de vivir los niños. Y, aunque podríamos suponer que su nombre es bastante auto explicativo, es posible que cuando escuchas “acompañamiento filosófico” te vienen muchas dudas a la cabeza. Hoy trataré de solventarlas, al menos parcialmente. ¡Acompáñame!
En momentos confusos: ¿filosofía?
¡La filosofía está en auge! Incluso amigos de toda la vida con los que nunca he hablado del tema me piden comentar sobre “El manual de vida de Epicteto”. O, por ejemplo, observo el incremento de podcasts en relación al estoicismo e incluso en la cantidad de seguidores en sus redes sociales.
¿Es casual este aumento de “consumo filosófico”?
Mi hipótesis es que no. Que hay una gran correlación entre el aumento de las prácticas filosóficas y la aparición de preguntas tales como “Me siento perdido” o “No sé qué hacer con mi vida”. Y es que si algo ha venido a desvelar el covid_19 es la gran cantidad de personas que sienten vacía sus vidas.
Y, curiosamente, mientras investigaba sobre el estoicismo resulta que en esta conversación con Massimo Pigliucci (doctor en filosofía) también hacía la misma apreciación: la razón por la que ha vuelto el estoicismo es porque no sabemos qué hacer con nuestra vida. En este sentido, cuando aparecen momentos confusos nos sale el filósofo interior que busca acogerse a algo que le dé sentido a su vida. Y con ello el estoicismo se está postulando como una filosofía de vida que nos marca un camino ante la incertidumbre.
Seguramente yo, sin ser consciente, hice lo mismo pero desde otro lugar y por eso acabé cursando el programa de acompañamiento filosófico.
¿Qué es el acompañamiento filosófico?
De manera muy resumida y con mis propias palabras, describiría el acompañamiento filosófico como el proceso que se establece entre dos o más personas con la intención de avivar la actitud filosófica inherente al ser humano. Y aquí lo natural es que emerjan nuevas cuestiones: ¿qué es la actitud filosófica esta de la que me hablas? ¿Y por qué me interesa cultivarla?
Vayamos por partes, como dijo Jack el destripador (un chiste malo, que siempre me hace gracia xD).
Qué es la actitud filosófica
Para seguir con el lenguaje sencillo y lo más plano posible (y que quizás hace explotar alguna que otra erudita cabeza) yo diría que la actitud filosófica es la curiosidad del niño llevada hacia uno mismo. Hacia el famoso “dentro de ti”.
En palabras exactas del libro “Acompañamiento filosófico: un ejercicio vital hacia el autoconocimiento”:
La naturaleza filosófica del ser humano se caracteriza por la acción del darse cuenta y por cuestionar dichas cosmovisiones y, por ello, en la medida en la que lo ejecuta, puede desplegar su verdadera naturaleza.
Nacho Bañeras
Volviendo a mi explicación: la actitud filosófica es aquella que nos permite cuestionar con curiosidad nuestra personalidad, identidad y subjetividad. Es decir, una actitud de querer explorar (no enjuiciar) cómo me relaciono conmigo y con el mundo.
¿Por qué te interesa cultivar tu actitud filosófica? O, dicho de otra manera, ¿por qué iniciar un proceso de acompañamiento filosófico?
En resumidas cuentas, definir nuestra identidad consiste en un proceso por el cual descartamos un conjunto de atributos (por ejemplo: ser aburrido, atrevido o tímido) y acogemos otro conjunto que sí nos sirve como referente (trabajador(a), valiente o reservado/a). Esta delimitación (tan promovida desde la educación y la sociedad) provoca de manera inevitable un conjunto de límites para nuestra acción. (Extracto del libro de Nacho).
Y qué problema hay en ello, te puedes estar preguntando ahora mismo.
Pues la gran problemática derivada de todo ello es que no hay margen para lo inesperado, para la incertidumbre, para los cambios. Y, el caso, es que la vida es inesperada, incierta y dinámica. Por lo que, la gran problemática de no desarrollar una actitud filosófica es, básicamente, que no permitimos que la vida suceda.
Cura sui, la actitud de cuidado
Desconozco si debo considerar la cura sui como una filosofía o una actitud. Pero, entre tú y yo: tanto me da si es una u otra, no quiero perderme en tecnicidades.
El caso es que la cura sui pivota sobre el cuidado hacia uno mismo y nos permite descubrir y afrontar la falsedad de nuestra identidad o nuestra ignorancia respecto a lo que somos. Su verdadera dimensión es encarnar una vida filosófica.
Es decir, la cura sui es la actitud que nos ayuda a revertir el sufrimiento provocado por el olvido de nuestra verdadera naturaleza. Y aprovecho para recordar lo que expuse en el capítulo 53 del podcast (Decrecimiento personal e ikigai): estamos para hacer real nuestra semilla.
Los 4 pilares de la cura sui
Para hacer este despliegue de la cura sui y trasladarlo a tu día a día, nos podemos apoyar en los siguientes cuatro pilares:
- Ascética: son los ejercicios y prácticas que una persona hace sobre sí misma
- Conversión: es el proceso con el que uno se da cuenta de sus propias estrategias que lo alejan de la actitud filosófica
- Actitud: hace referencia al estar filosófico con una atención y observación (no juicio) al sentir y no solo al pensar
- Cuidado: como actitud necesaria al darse el encuentro con la vulnerabilidad propia de nuestra verdadera naturaleza
¿Qué hace el acompañante filosófico?
La tarea del acompañante es ayudar a sacar a la luz, ayudar en el parto de la verdad (mayéutica). Se trata de facilitar a otros el reconocimiento de una verdad que ya habita en la interioridad de la persona que tenemos delante. Y para esto la posición clave es: estar al lado.
Buscamos provocar la actitud filosófica. Identificar hilos de los que tirar para resquebrajar la coraza y la identidad; a la vez que confronta también debe saber hasta dónde puede llegar.
Particularmente lo que más me cuesta es la parte de la escucha y de morderme la lengua. Sobre todo la parte de “aconsejar” o “intentar ayudar”. Por eso la improvisación teatral me complementa en mi propia formación en dos maneras:
- por un lado me entrena en una escucha integral, minuciosa y sutil
- me entrena, también, en soltar mis concepciones haciendo que valore por igual una aportación propia como ajena
¿Cómo puedes llevar el acompañamiento filosófico a tu día a día?
Una cosa debe quedar clara: no existen atajos. Necesitamos entender que este es un entrenamiento y, como tal, necesita accionarse desde 3 lugares:
- Vencer la resistencia que me aleja de entrenar
- Entregarme a fondo en el entreno
- Desapegarse del resultado (que forma parte del cuidado)
Mencionado lo anterior, para iniciar el camino hacia el acogimiento de una actitud filosófica es tan “sencillo” como estar atentas/os a ver patrones de conducta, sufrimientos, malestares y demás indicativos. Éstos los convertimos en hilos de los que tirar con el ánimo de acercarnos a ellos como un pequeño gato que juega con el ovillo, o como el niño que, curioso, empieza a tirar de él para ver a dónde lleva.
Otra manera de llevarlo a cabo es mediante el inicio de un proceso de acompañamiento filosófico. Si tienes interés puedes revisar un poco más en qué consiste el camino o contactarme directamente a través del formulario de contacto.
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