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43. Cómo encontrar mi vocación

Reflexiones · febrero 28, 2021

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43. Cómo encontrar mi vocación
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Nunca hay pecado en seguir la propia vocación

William Shakespeare
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1 El origen y significado de vocación
2 Ikigai y vocación: la promesa que nunca llega
3 La llamada de Dios
4 El ser humano y el mundo
5 Cuál es mi vocación
6 ¿Cómo encontrar mi vocación?

El origen y significado de vocación

La palabra vocación tiene su origen en el latín como vocatio, para plantear la idea de un llamado, basado en el sufijo vocāt-, por vocātus, como pasado participio del verbo vocāre, por llamar, asociado a vōx, que remite a voz, por revelar o decir. De este modo, se construyen los cimientos del significado actual que se le atribuye en nuestro idioma, con respecto al sentimiento que se produce en el individuo que lo lleva a emprender un camino, comúnmente pautado desde lo profesional, religioso, o personal.

Emmanuel Mounier, filósofo francés, afirma en 1936 que la vocación es un principio creador; es el descubrimiento progresivo de un principio espiritual de vida que no reduce lo que integra, sino que lo salva, lo realiza al recrearlo desde su interior.

Ikigai y vocación: la promesa que nunca llega

Escuchar podcast. Y si quieres reforzar la idea que hay detrás, te invito a escuchar el capítulo de la gran mentira de Ikigai.

La llamada de Dios

Muchos de nosotros buscamos esta vocación con la idea de poder responder una de las grandes preguntas: ¿para qué he nacido? ¿Qué estoy haciendo en esta vida? Es la respuesta a la búsqueda de la propia realización. Del sentido. Del propósito. Y entonces, ocurre la magia. Uno va a buscar el diccionario de la RAE y busca la definición de vocación y se encuentra que la primera acepción es: Inspiración con que Dios llama a algún estado, especialmente al de religión.

Pero, ¿qué es Dios realmente? ¿Te has parado a pensarlo en algún momento? Me refiero a pensarlo fuera de los moldes, modelos y patrones que las religiones nos han inculcado. Vuelvo a la RAE para descubrir que se define a dios como el ser supremo que es considerado hacedor del universo. La pregunta, entonces, deriva a… ¿Quién es el hacedor del universo? ¿Qué es el universo?

Si tomo el universo como el conjunto de las innumerables estrellas, galaxias, planteas, etc. Seguramente la respuesta a esta pregunta se complica sobremanera. Ahí la ciencia ha avanzado y sigue haciéndolo cada vez más rápido. Pero, me atrevo a preguntar… ¿Ese universo infinito es lo que yo vivo en mi vida? ¿O podría decir que el universo es la inmensidad de la existencia que yo vivo en mi día a día? Que, en realidad el universo es, quizás y precisamente, esta inmensidad que siento dentro de mí.

El ser humano y el mundo

Y para ir acabando el capítulo, me gustaría leeros un fragmento del libro “El ser humano y el mundo”.

“Puedes ver muchas estrellas en el cielo durante la noche, pero no cuando sale el sol. ¿Puedes, por eso, decir que no hay estrellas en el firmamento durante el día? ¡Oh hombre!, porque no ves a Dios en los días de tu ignorancia, no digas que Dios no existe.

Ha nacido en vano el hombre que, habiendo logrado el nacimiento humano, tan difícil de obtener, no trata de realizar a Dios en esta misma vida. El hombre es recompensado de acuerdo con sus pensamientos y propósitos. El señor es como el árbol celestial que concede todo lo que uno desea. Cada cual obtiene de Él lo que busca. El hombre nace en este mundo con dos tendencias, la del sendero de la liberación y la de la inclinación a la mundanalidad y esclavitud. Cuando nace, ambas tendencias están, por así decirlo, en equilibrio, como dos platillos en una balanza. El mundo pone sus deseos y placeres en un platillo, y el Espíritu pone su atracción y anhelo en el otro. Si la mente elige el mundo, el platillo se torna pesado y el hombre es atraído hacia la tierra; pero si elige el Espíritu, el platillo se torna ligero y lo eleva a Dios. Primero gana a dios y luego las riquezas, pero no trates de hacer lo contrario. Si después de adquirir la espiritualidad, vives en el mundo, nunca perderás tu paz mental.”.

Y, por lo tanto ligando todo esto a lo que nos atañe que es encontrar mi vocación, podríamos deducir que la vocación, la llamada de dios, no deja de ser una llamada a nuestro hacedor interno del universo. O dicho de otra manera a la energía espiritual que hay en nosotros.

Y para que no me toméis por un loco, me remito al libro de Sir Ken Robinson “Encuentra tu elemento” en el que dice: “La pasión tiene que ver con todo aquello que alimenta la energía espiritual, en lugar de consumirla. Y por espíritu entiendo tu exclusiva fuerza vital, y el sentido en el que afecta a las fluctuaciones en tu estado de ánimo.”.

Cuál es mi vocación

A modo resumen, la idea es la siguiente. No existe algo tal como una vocación entendida como una actividad concreta que te corresponda realizar para sentirte realizado. Y para la cual tu vas a poder responder a la pregunta: qué hago aquí y para qué he nacido. Cuál es mi propósito en esta vida. Todo esto es como decir que existe un lugar llamado Ikigai. No.

Lo que necesitamos entender es que venimos al mundo a realizar a dios, entendiendo a dios como el hacedor del universo. Por ello la vocación no es más que entregarte apasionadamente a cualquiera que sea la tarea que hagas en el momento en que estés haciéndola.

¿Cómo encontrar mi vocación?

Para encontrar mi vocación puedes aventurarte a tu manera, es una vía muy buena. Sin embargo, si quisieras hacerlo de manera guiada, te recomiendo echarle un vistazo al reto de 21 días ¿Cómo encontrar mi vocación?

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Publicado en: Reflexiones Etiquetado como: dios, ikigai, llamada interior, mundo, promesas, ser humano, vocación

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