Quien conoce el arte de vivir ignora el aburrimiento
Antes de hablar del aburrimiento
En bastantes ocasiones cuando nos planteamos qué hacer con nuestra vida, la raíz del problema radica en dos grandes pilares. El primero de ellos es que nos gustan demasiadas cosas y normalmente todas estas cosas nos parecen inconexas entre ellas. Y el segundo suele ser que andamos por la vida con muchos bloqueos que no nos permiten experimentar tranquilamente y, obviamente, tampoco nos damos la oportunidad de cuestionar el camino tradicional y conocer nuestro propio camino. Aprovechando que en breve estaréis de vacaciones (si no lo estáis ya), hoy hablaré de este segundo pilar. El primero, el de qué hacer si me gustan demasiadas cosas, lo abordaré más adelante (quizás en la vuelta al cole).
Venga, va, para ir encarrilando un poco el tema de hoy me gustaría citar el inicio del libro “Viajar ligero, la vida con equipaje de mano” de Gabriele Romagnoli. Es un libro muy pequeñito y fácil de leer que tiene un inicio muy potente. Os voy a leer partes de él, dice así: “Leí que Corea del Sur es el país con el índice de suicidios más alto del mundo: una media de 33 al día. Y para desalentar a los coreanos de quitarse la vida se habían inventado los falsos funerales.”. Este libro tiene su primera edición de 2016 y comenta que una de las empresas organizadoras de esta actividad ya había realizado 50.000 ritos funerarios, el autor del libro fue uno de ellos. Sigo leyendo. “Nunca sabes cuándo pasará. En tu caso, acaba ahora. ¿Crees que estás listo? ¿Qué has usado de la mejor forma posible la vida que se te ha concedido? Son preguntas retoricas. Nadie ha respondido que sí. Ni uno de los 50.000.”.
Antes del ritual proyectan un vídeo que muestra el resultado de 100 entrevistas a hombres y mujeres que han vivido hasta los 80 años. De media sus vidas las han pasado: 23 años durmiendo, 20 trabajando, 6 comiendo, 5 bebiendo y fumando, otros 5 años esperando a alguien, 4 pensando, 228 días lavándose la cara y los dientes, 26 días jugando con los hijos, 18 haciéndose el nudo de la corbata. Y por último, 46 horas siendo felices. Dice en el libro que esta última frase del vídeo permanece iluminada, sin ningún comentario, en silencio. Una vida: 46h de felicidad. A partir de aquí empieza el ritual que acaba con uno mismo en un ataúd de madera clavado con 4 clavos. Da que pensar, la verdad.
Es ahora cuando viene a mi cabeza otra frase que ya no recuerdo dónde la leí. Y es que el promedio de la gente dedica más tiempo a organizar sus vacaciones que a organizar cómo quiere enfocar su propia vida. ¿No te parece absurdo? En el recuento que te hacía antes ni siquiera aparece el concepto de vacaciones, pero sí nos dicen que de media estamos 20 años trabajando.
Echa el freno, que te veo venir…
Quizás puede que llegados a este punto del podcast pienses que vas mal. Que tú eres una de esas personas que no ha planificado su vida. Y yo te digo, tranquila. Tranquilo. No se trata ahora de que nos pongamos a planificar cada segundo de nuestra vida. No. Te remito al capítulo de los objetivos que hice hace un tiempo. El tema aquí y ahora es que nos planteemos la siguiente cuestión: ¿por qué se separa el concepto felicidad del resto? ¿Qué significa ser feliz? ¿Acaso uno no puede ser feliz en el trabajo? ¿O no puede ser feliz mientras se lava la cara o se limpia los dientes? ¿Cómo podemos llegar a separar este concepto de los otros?
Y las vacaciones… Sí, ese periodo del año en que por alguna razón los planetas se alinean y las estrellas parecen brillar más, lo que provoca que tus músculos de la cara adquieran una nueva postura que durante el año brilla por su ausencia y que algunos se atreven a llamarlo: sonreír de alegría. Curioso, ¿no? Pues no, no es curioso, es simplemente que por alguna razón en el trabajo (y en otras muchas áreas de nuestra vida) no nos permitimos entregar la misma energía que la que ponemos en las vacaciones. Os remito al capítulo 3 y primer ejercicio de Ikigai que propuse y que precisamente explora la actitud vacacional en un día normal.
La conclusión que yo extraigo de todo esto es que la diferencia la marca la actitud, algo que ahora que muchos de vosotros estáis de vacaciones o que estáis a punto de empezarlas os invito a que exploréis. Explorad la diferencia en tu actitud de vida cuando estás de vacaciones frente a la actitud que le pones en el trabajo. Estoy seguro que encontrarás diferencias, sobre todo si eres una persona que no disfruta de su día a día en el trabajo sino que sufre más de lo que quiere incluso reconocer.
Ahora sí: me aburro en mi vida, ¿por qué? ¿Qué es el aburrimiento?
Pero permitidme encauzar el capítulo de hoy porque me estoy desviando un poco. Retomo la frase del inicio: “Quien conoce el arte de vivir ignora el aburrimiento”. Cuando uno lee por primera vez esta frase puede malinterpretarla de la siguiente manera: “si quiero vivir plenamente no me puedo permitir el aburrimiento”. Si esta es la lectura que has hecho ten cuidadín porque lo más normal es que empieces una vez más a llenarte la agenda de actividades: que si yoga, que si paddle surf, que si kayak, que si ahora quedo con estos amigos, que si me ducho rápido porque no llego al plan de la cena con estos otros, que venga rápido al gimnasio, y un largo y tedioso etc.
Esta interpretación de la frase es peligrosa y puede generarte mucho sufrimiento y malestar a lo largo del tiempo. El aburrimiento no tiene nada que ver con el hacer o el dejar de hacer. El aburrimiento tiene que ver con lo presente o no presente que estás en aquello que estás haciendo. Básicamente, el aburrimiento nace de una interpretación mental sobre la actividad que estás realizando, que te lleva a menospreciarla y cuyo resultado es que no te entregas al máximo. Y el quid de la cuestión aquí es que si uno no se entrega al máximo en aquello que hace, uno no está siendo aquello que hace. Y si uno no está siendo, no está viviendo.
Un ejemplo sencillo
Intentaré explicarme mejor. Imagínate que estoy haciendo el típico informe cualquiera para el trabajo. Cuando me pongo a hacer esta actividad en muchas ocasiones (sino en todas) me vienen pensamientos que me van diciendo: “para qué estoy haciendo esto si nadie se lo va a leer” o “yo no estudié tantos años una carrera para ponerme a escribir estas cosas” o “debería estar haciendo esto otro” o “buf, me quedan 3h por delante antes de salir de aquí y poder ver a esta persona o de poder ir al gimnasio o lo que sea”. Estos pensamientos, que los hemos tenido todos y sino otros similares, nos llevan como decía a menospreciar esta actividad.
Cuando yo menosprecio la actividad que está sucediendo ahora lo típico es que me desconecto de esta actividad. ¿Por qué? Muy sencillo, no estoy atento al quehacer, sino que me he ido a otro lugar. Mi presencia no está en la propia actividad sino en otra que ni siquiera existe en nuestra realidad actual. ¡Es que es muy fuerte! Entonces, claro, como yo no estoy presente cuando me quiero dar cuenta me entra una apatía enorme o directamente me conecto con el aburrimiento. Fíjate, por eso, que todo es resultado del pensamiento, de una interpretación mental sobre tu actividad actual y que es la única realidad que tienes en este momento en tu vida. ¿Se ha entendido mejor ahora? Espero que sí, y sino ya sabes que me puedes enviar tus preguntas en los comentarios del programa.
Entrégate a fondo y no te aburrirás nunca
Entonces, ¿qué sucede con la frasecita de inicio? ¿Cuál es la manera de interpretarla correctamente? Pues bien, mi punto de vista es el siguiente. Alguien que domina el arte de vivir sabe que cada instante es único y que para vivirlo correctamente debe entregarse al máximo a este instante. ¿Qué sucede cuando nos tomamos la vida así? Pues que no das pie a interpretaciones mentales, simplemente vives en todo momento.
Porque, entre tú y yo, si vas a estar a medias en todo lo que hagas, mejor no vayas. Es decir, si cuando quedas con alguien vas a estar pendiente del móvil haceros un favor y no quedéis. O si vas a cocinar pensando en el capullo de tu jefe, no cocines porque envenenarás a tu familia. O si vas a irte a dormir pero dejas que te invada la agenda de mañana, mejor quédate despierto. Y si te quieres tumbar a la bartola en el sofá pero vas a estar con remordimientos de “tendría que estar haciendo esta otra cosa”, mejor vende el sofá. Es decir, déjate de tonterías y estate presente en todo lo que hagas (sea dormir, trabajar, comer, esperar, pensar, lavarse la cara, jugar, etc.).
Como ves, no depende para nada de lo que hagas, sino de cómo te entregas en aquello que haces. Estar presente o no estar presente es lo que va a marcar la diferencia en cómo vives tu vida. Así que si vas a vivir tu vida a medias quizás quieras experimentar como el autor del libro y simular tu propio funeral para que veas a qué chorradas mentales le estás dando realidad y replantearte cómo estás viviendo tu vida. Deja de darle el poder a tu miedo porque no has venido aquí para morir, sino para vivir. Mientras tanto, te invito a que experimentes con tu actitud durante tus vacaciones, prueba diferentes cosas, extrae tus propias conclusiones y cuéntame qué tal te ha ido.
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