El mundo laboral está cambiando a pasos agigantados. Es innegable. Pero… ¿Es así de verdad? Porque cuando uno empieza a rascar un poco ve que quizás la forma sí que está cambiando, pero en el fondo se sustenta sobre falsas estructuras.
El mundo laboral se aguanta sobre un vacío existencial.
Tal es así que muchos de nosotros nos metemos en el mundo profesional esperando un reconocimiento externo. Algunos buscamos unas palabras de aliento de un jefe inspirador. Otros que los compañeros nos tengan en cuenta ante alguna dificultad. Otros un bonus a final de mes. Un ascenso. Unas mejoras salariales. Etc. Etc. Y más etc.
Algunos obtienen parte o todo esto. Pero con el paso del tiempo ese vacío existencial no solo se mantiene sino que aumenta. Y duele. Vaya si duele. Me habían dicho que con todo esto la vida tendría mayor color. Menor esfuerzo.
Pocos se darán cuenta que la persecución del reconocimiento externo a lo único que les lleva es a un yo desfigurado. A alejarse de su propia esencia. Y sin esencia, no hay fragancia que valga para oler la vida.
Pocos volverán a ellos mismos cuando de pequeños se entregaban al momento porque no tenían que derivar más de la mitad de su energía a reconoceerse. Porque ya eran ellos mismos en esencia.
Y tú, ¿por qué y para qué trabajas?
Nota del autor: en la foto salgo yo arreglando un robot en una de esas experiencias que podrían haber sido espectaculares y que me empezaron a llevar de camino a casa.
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