La casa de mi vida o «Life as a house» es una película que entró en mi vida de una manera totalmente casual y que ha creado una gran huella. De hecho, gracias a ella, he podido vislumbrar el largo plazo de lo que podría convertirse Proyecto Ikigai. ¡Te cuento mis aprendizajes!
Vivir al abrigo de tu corazón y llamarlo siempre hogar
Todos los días de mi vida
Antes de conocer la existencia de «La casa de mi vida»
He de confesar que no sé qué me sucede siempre que veo un programa de televisión relacionado con la construcción de casas, pero me emociono. Recuerdo un programa americano que se llamaba “Extreme makeover: reconstrucción total”. Sí, ahí caí… En el típico show americano y producción (confieso que quizás exagerada) hollywoodiense. Incluso creo recordar que escribí en su formulario de contacto para ver cómo me las podía apañar para ir como voluntario desde aquí.
Estaba viviendo una época muy confusa de mi vida.
El caso es que un día cualquiera de mi vida pasados muchos años me encontraba yo escuchando una lista de bandas sonoras y de repente hubo una que me gustó mucho. La canción entraba por mis oídos a través de mis auriculares y poco a poco se iba extendiendo por todo mi cuerpo. Me encantaba esa sensación. Ahora que me paro a describirla diría que lo que me estaba sucediendo es que me alegraba y me calentaba el corazón a partes iguales. Me hacía soñar en algo.
Para sorpresa para mí, el título de la canción se llamaba “Building a family” y era de la película “Life as a house”.
Creo que con estos títulos ya no tengo mucho más que añadir.
Pero lo voy a hacer igualmente que sabes que me encanta dar la turra. xDD
Argumento de “La casa de mi vida” o Life as a house
Le película en cuestión es un film sencillo que narra la vida de una familia desestructurada de clase media. La familia en cuestión son el protagonista, George, su exmujer Robin y un hijo adolescente llamado Sam.
Como punto de partida tenemos a:
- George como el típico padre despreocupado de su ex y su hijo.
- Robin que se volvió a casar con otro hombre de alto poder económico y con el que tuvo un par de hijos más.
- Y Sam el “típico” joven rebelde que ahoga sus frustraciones en drogas y también a través del sexo que no se sabe bien bien qué es inicialmente.
En muy poco tiempo podemos ver el odio que tiene Sam por la vida en general y con sus padres (los tres) en particular. Estos suelen ser indicativos y consecuencias de la sensación de «me siento perdido» y de la típica pregunta «no sé qué hacer con mi vida».
También podemos ver a una madre cansada y desesperada porque ya no se le ocurre qué más hacer con su hijo. Y vemos una relación curiosa entre George y Robin. No se odian, tampoco se llevan especialmente bien, pero hay un atisbo de algo.
Perdón, que me voy del argumento. El caso es que de repente a George le despiden del trabajo y eso desencadena una serie de acciones que le llevan a replantearse la manera en la que está viviendo su vida. Entonces, movido por una fuerza mayor que él, arrastra a su hijo Sam a que le ayude a construir la casa de sus sueños. Y por el momento vale con esto.
Quién es George Monroe
Si te parece me gustaría empezar a “analizar” la vida del protagonista de La casa de mi vida (Life as a house), George Monroe. George, para mí, viene a representar el fracaso de un modelo de sociedad que es caduco.
Lo que se ve desde fuera es que:
- Vive en una pocilga
- Su matrimonio no ha funcionado
- Su hijo le detesta
- Se pelea con (casi) todo el mundo
- Está en un trabajo donde no encaja
Pero todo esto es consecuencia directa de un asunto que George tiene pendiente: se siente víctima de todo lo que le ha sucedido en su vida. Y desde ese victimismo ha conectado con la resignación. Y va como alma en pena.
La vida te susurra, luego te habla y finalmente te grita
El hecho es que durante esta fase a George la vida le está hablando. Ya ni siquiera le susurra. Ya está hablando. Pero George no escucha. Está cómodo en su manera de vivir. El problema de la comodidad es que no entiende de sueños cumplidos. Ni entiende de vivir a todo color. Como expliqué en este otro post: conformarse es una forma de morir.
- le despiden
- Se desmaya tras un ataque de ira à le diagnostican cáncer terminal
- Un nuevo despertar
El despertar de George Monroe
Lo más bonito y duro de la película viene en el momento en el que el protagonista de La casa de mi vida se da cuenta de una realidad que le azota. Y no, no es cuando le comunican que tiene cáncer y que es terminal. No. Como todas estas cosas, normalmente son invitaciones que tiene la vida, el universo, dios, para que aprendas o te des cuenta de algo. Algo que tienes mal aprendido.
Este algo de George es darse cuenta que hace muchos años que nadie le toca. Y mantiene una conversación con la enfermera que le dice: ¿no? ¿En serio? ¿Ningún amigo? ¿Tu madre? Las personas necesitan el contacto, todos son tocados por alguien a quien aman.
Creo que es en este momento donde George toca fondo. Cuando se da cuenta que no tiene a nadie que le ame.
Y es precisamente este momento cuando George hace el cambio. Todo lo demás es consecuencia de este momento.
Determinación, compasión y foco entran en juego.
La relación de George con Sam en la casa de mi vida
No es un secreto que la relación entre padre e hijo está jodida. Un padre ausente, un chaval desorientado que no sabe qué hacer con lo que le sucede en su vida, y drogas de por medio no ayudan a tener una relación fluida.
Podemos abordar esta relación desde diferentes perspectivas. La que me interesa es la de como una relación se carga cuando la “llenamos” de una carga que nunca o casi nunca ponemos en cuestión. Y me refiero a la carga que ponemos en los términos “padre” (o “madre”) e “hijo”.
Claro, ¿qué sucede? En todas las relaciones significativas, sin quererlo ni beberlo, ponemos una carga muy grande en la persona que nos acompaña. Por ejemplo, mi padre debería llamarme más, o qué hace mi madre diciéndome que este trabajo es una mierda para mí en vez de apoyarme, y como estos mil ejemplos. También al revés: no quiero que mi hijo sea un vago, o que esté soltero, o lo que sea…
El caso es que siempre sucede lo mismo: nos relacionamos desde quien creo ser con el que quiero que sea el otro. Y luego está la realidad que nunca (o casi nunca) se ajusta a ninguno de estos moldes. Y, como decía, esto se agrava en las relaciones más significativas (padres, hijos, parejas, etc.).
Vayamos a la película, por ejemplo. Sam cree que su padre es un perdedor: no tiene a nadie, no tiene nada, siempre se ausenta, etc. George cree que la manera de expresarse de su hijo es completamente inadecuada: piercings, drogas, etc. y que debería ser un chico más normal. Claro, en este paradigma, cuando se encuentran padre e hijo solo puede generarse conflicto.
Fíjate lo que está pasando en «La casa de mi vida»: la idea de George es que si su hijo no es “normal” (independientemente de lo que eso signifique para George) él ha fracasado como padre y es algo que no puede sostener emocionalmente; por otro a lado Sam le sucede algo similar: el hecho de que su padre no sea el típico padre le ha puesto en situaciones que tampoco ha sabido sostener y le han llevado donde le han llevado.
¿Cuándo cambia todo este juego?
Cuando Sam y George, en momentos breves, se permiten conocerse desde un lugar en el que el rol de hijo y padre se diluyen. A partir de micro momentos donde sucede que se convierten esporádicamente en compañeros de viaje. Uno al lado del otro. Esta es la única manera en la que una relación con tanta carga puede cambiar.
Cuando poco a poco empiezan a abrir sus heridas, hablan, se escuchan, y comparten su vulnerabilidad. Claro que no es un camino de rosas, pero es el único camino que puede llevarte a otro lugar. Un camino donde sueltas ese control por tu hijo, por tu hija, y en el que sueltas la idea de cómo debería ser y comportarse un padre, una madre, un hijo, una hija…
El juego de hacerte pequeño
Déjame leerte una escena en la que George le explica a Sam cosas sobre su infancia.
George: My dad used to play this game… I never really understood what it was until after he was gone…
Sam: I was holding for somebody else; it wasn’t even mine!
George: THE GAME was to make me smaller than he was. Smaller. Always smaller. No matter what! He could be almost invisible as a human being, but… I still had to be smaller. So that i-if I got good grades in school, then I was a pussy for not playing football, or-or if I… cut my hair for him, it was never short enough. Or if I shaved my head then I looked like a psycho. I never won the game, never! And if he couldn’t… make me smaller with words…
Sam: …I’ll have to pay him back.
George: Sam… I won’t ever hit you. Ever. I don’t want you smaller. I want you to be happy and you’re not. Not here with me, not home with your mother, not alone, not anywhere. You’re what I was most of my life, Sam. I see it in your eyes, in your sleep, in your answer to everything! You’re barely alive!
Sam: [whispers] I’m not even listening.
Una escena muy conmovedora para mí, la verdad. Y no recuerdo si era antes o después de esta escena, en la que George también suelta una frase que da que pensar, la leo:
George: You know the great thing, though, is that change can be so constant you don’t even feel the difference until there is one. It can be so slow that you don’t even notice that your life is better or worse, until it is. Or it can just blow you away, make you something different in an instant. It happened to me.
Lo que es significativo para mí de esta frase es cuando dice que el cambio puede ser algo instantáneo. Esto lo he escuchado mucho a diferentes personas. Por alguna razón tenemos en mente que los cambios cuestan de hacer, que requieren esfuerzo y también sacrificio. Pero, en verdad, no es así.
Lo que tarda en llegar son los resultados acordes a los cambios que has hecho porque se tienen que materializar. Pero el cambio es algo interno, es como un clic que haces internamente en el que, de repente, las dudas desaparecen, la nebulosa se disipa, y conectas con una determinación férrea y una confianza que te sorprende porque no estabas acostumbrado a tenerla y tampoco a sostenerla. Es como una pequeña llama que le da sentido a todo, y desde ahí todo lo que suceda es inevitable y por eso no lo vives con esfuerzo, ni sacrificio, ni todas estas ideas erróneas que hemos comprado.
No sé si me he explicado, porque a veces cuesta un poco poner en palabras estas vivencias. Pero es como que la claridad del momento ha cambiado y eso hace que todo se vaya colocando en su lugar. Hasta que no conectas con esa claridad, todo serán tumbos. Por eso el cambio es instantáneo.
La apertura, atrae la apertura
Y me gustaría ir acabando con la evolución de la película «La casa de mi vida». Vives lo que das, así que dime lo que quieres vivir y te diré lo que tienes que dar.
- El marido de Robin cambia
- Sam cambia
- Robin cambia
- Todo el vecindario cambia
Construye tu propia casa.
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