“Me siento perdido y no sé qué hacer con mi vida” me decía una vocecita mientras me miraba por enésima vez en el espejo. Me mojo la cara de nuevo esperando que el agua fría se lleve algo más que el exceso de sueño.
Pero no sucede nada.
La desgana, la pesadez, la flojera de espíritu y la empanada mental se adueñan de mi espacio interior y me relegan al estado de piloto automático que ya me era familiar. Sí, ese estado en el que ni sientes ni padeces. El que te permite existir pero, a la vez, no te permite disfrutar de la existencia. El que se activa para que no conectes con esa sensación de vacío.
Estoy seguro que no he sido, ni soy, ni seré el único en este planeta que ha vivido una escena igual. Incluso, pondría todo mi cuerpo en el fuego apostando a que lo has vivido más de una vez en tu vida. En momentos distintos. Tras varios años y tras experiencias diversas.
Entonces, ¿qué está pasando? ¿Por qué me siento perdido?
Esto es lo que te invito a leer y aprender hoy. Te espero a que te hagas unas palomitas o te vayas a por unos frutos secos y un buen vaso de agua. Yo no me muevo de aquí 😛
Crees que tienes que llegar a algún lugar
La raíz al problema de “me siento perdido o perdida” parte de un error de base muy común: pensar o creer que tienes que llegar a algún lugar. Piénsalo por un momento. Solo puedes sentirte perdido si vas a algún lado. Si tienes una meta que alcanzar o un pueblo al que llegar a dormir.
Si no fuera así, simplemente caminarías y cuando te cogiera hambre comerías y cuando tuvieras sueño dormirías.
Pero, por alguna razón, tú no estás en el camino sino en la meta. Tu atención y foco de alguna manera no pueden centrarse en lo que hay, sino que se van a un lugar de ensueño que (por lo que sea) está siendo inalcanzable en este momento de tu vida.
Este juego, perpetuado en el tiempo, es el que va llenando el vaso de todas esas sensaciones que combinadas podríamos llamar vacío y que verbalizamos con la sentencia “me siento perdido”.
Entonces, claro como estas sensaciones nos desagradan, empezamos a buscar quehaceres y actividades que me orienten un poco en mi vida. Y, sí, por un momento encontramos cosas que nos sacan de ese estado y esas sensaciones. Pero es un espejismo. Normalmente eso solo dura una temporada (a veces más larga otras más corta). Hasta que, nuevamente, volvemos a la casilla de salida (y sin cobrar).
¿Por qué sucede esto?
Bueno, mi hipótesis (y si te fijas bien yo creo que la compartirás conmigo) es que no hemos abordado el problema de raíz: creo que tengo que llegar a algún lugar. Solo le habías puesto una tirita a tu herida y ésta ha seguido sangrando sin que te dieras cuenta.
No confías en ti
Paralelamente a la situación anterior emerge a la superficie otro tema candente y que teníamos escondido bajo una gran alfombra: hace tiempo que no confías en ti. Para no decir que casi toda tu vida has desconfiado de ti, tus capacidades, tus habilidades, tus talentos, etc. Incluso puede que estés leyendo esto y te digas: no solo desconfío sino que no sabría decirte ni cuáles son.
Como explico en el programa TOKLAND, es normal que te encuentres en esta situación. Normal no quiere decir natural. Lo normal es fruto de la norma (la normativa) de un modelo. Lo natural es propio de la vida. Por lo general, por no decir siempre, lo que es normal no es natural. Porque lo normal es excluyente. Lo natural no.
No confías en ti y dices que “me siento perdido” porque cuando eras pequeño empezaste a recibir (y comprar) un montón de mensajes que te desconectaron de quien eres realmente. Así resumido (porque en TOKLAND lo abordamos rigurosamente con más de 1h30 de formación y diversos ejercicios) vendría a ser que al llegar a este mundo tú eras el barro húmedo que podía adaptarse en cualquier forma según lo requería la vida, pero que con el tiempo te convertiste en una figura única y concreta de barro y que ahora se ha secado, es rígida y completamente frágil.
Entonces, es normal que no confíes en ti: porque llevas casi toda tu vida negándote y validando más a los de fuera (y a lo de fuera) antes que a ti mismo/a.
Te falta claridad
Todo este embrollo que te estoy compartiendo, en verdad, sucede porque te falta claridad. Pero no me refiero a una claridad en cuanto a que “no sabes qué hacer con tu vida”. No. Sino que te falta claridad en cuanto a que has mamado un montón de mensajes erróneos que han generado esa figura de barro seca, rígida y frágil de la que hablaba antes.
Algunos ejemplos de esta falta de claridad pueden verse en ideas del estilo:
- Tengo que ser alguien importante en la vida
- Si no consigo resultados no soy nadie
- Necesito un trabajo para sentirme realizado
- Debo demostrar mi valía a la gente
- Necesito el reconocimiento o la aprobación de los que me rodean
Y un largo etcétera. Te explico algunas de ellas en este otro post de no encuentro mi vocación: 7 ideas que te alejan de ella.
Cuando te das cuenta de la realidad de esto, aparece la pregunta del millón: ¿cómo tener más claridad? A mí lo que me ha servido es estar en clubs de lectura, estudiar acompañamiento filosófico y formar parte de la comunidad de Espacio Interior con Antonio Jorge Larruy.
Otra opción es que te unas a la comunidad que estoy creando para realizar sesiones de profundización sobre aspectos de la vida. Ya he realizado varios encuentros físicos en Barcelona y estoy empezando a abrir lo mismo pero online:
Te has creído que sin propósito nada tiene sentido
Otra idea que alimenta el mensaje de me siento perdido es creer que has venido a cumplir un propósito y/o misión en esta vida. Si te crees esta idea vuelves al primer punto de esta entrada: el propósito se convierte en “algún lugar al que tienes que llegar”, y se vuelve a liar parda.
Yo no digo que vivas sin propósito. Pero una cosa es vivir con propósito y otra muy diferente es perderse en el propósito (y más si aún no lo tienes identificado). De esto hablo largo y tendido tanto en el capítulo La gran mentira sobre Ikigai, como en el episodio de Cómo Soul de Pixar nos ayuda a entender el verdadero Ikigai.
Así resumido vendría a ser que: necesitamos dejar de llenarnos de cosas (cursos, estudios, objetos, relaciones, etc.) y nos centremos en despojarnos de ideas falsas (por lo que la claridad que veíamos antes ayuda).
Estás enganchado a tu personaje
Al final todo lo anterior confluye en una “gran consecuencia” (no sé cómo llamarlo en verdad xD) y es que te enganchas a un personaje (esa figura de barro seca, fría, rígida y frágil). En el capítulo de la Primera ley: Potencialidad pura – Ciclo sobre la abundancia explico un poco por encima el tema.
Básicamente nos creemos que somos una mierdecilla con patas (a veces sin ellas, por eso nos arrastramos) y nos desconectamos de la abundancia, obviamente. Porque si la abundancia habla de la potencialidad pura y nosotros nos vivimos como mierdecillas… Pues vemos claramente que son dos mundos diferentes. Dos conjuntos disjuntos.
Las consecuencias de estar enganchado a tu personaje son múltiples. Algunas de ellas ya las hemos abordado hoy aquí. Pero también hay una que cada vez la veo más y más en la gente: no te pones en acción. Ya no digo que no arriesgues y hagas cada día algo que te da miedo. Pero es que ni siquiera te ocupas de todo esto.
Simplemente te conformas y bajas los brazos. Y como explicaba: conformarse es una forma de morir.
Para salir de esta situación necesitas trabajar en dirección a desengancharte de este personaje. De desprenderte de sus ropas. Puedes hacerlo por tu cuenta o conmigo mediante sesiones individuales o en grupo. Al final las claves a trabajar son: la comprensión (claridad), la aceptación, la atención, la acción y el reconocimiento de lo que verdaderamente eres.
Ahora es tu turno
Años ha desde que era frágil con todas estas movidas. No te creas que el mensaje de me siento perdido ha desaparecido completamente de mi vida. Esto no funciona así. Pero sí que cuando me vienen estas historias, ya no les doy la credibilidad que me hundía en la miseria. Porque comprendo el error que genera estos mensajes.
Ahora, más que nunca, me siento confiado en mí, voy vislumbrando quien soy verdaderamente, me doy espacio para expresarme en vocación plenamente y cada vez albergo más claridad en mi vida. Ahora te toca a ti.
Ahora es tu turno de ponerte en marcha. Yo estoy seguro que saldrás adelante. Porque aunque suene a tópico, es cierto que si yo he podido, cualquiera puede. Tú también. Ponte en marcha y si no sabes cómo te propongo un reto:
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