Los cuatro acuerdos parece ser todo un clásico en el mundo del desarrollo personal. Hace tiempo que este libro del Dr. Miguel Ruíz llegó a mis manos. Y un poco menos desde que me lo leí. Fue, seguramente, uno de los primeros libros que empezó a abrirme un poco la luz sobre la manera que tenía yo de relacionarme con el mundo. Uno de los primeros que me empezó a plantearme preguntas. Si este libro me hubiera llegado en mi adolescencia quizás mis vivencias habrían sido muy distintas. Vamos a por un resumen. ¡Empezamos!
Ojito con la primera parte pluma blanca
Recuerdo que la primera parte del libro me generó mucha duda (como recuerdo en el podcast de Leer es sexi en 2020). Fijaros que han pasado muchos años desde que lo leí y aún tengo la sensación viva de un rechazo a las palabras que allí ví. Por suerte para mi vida, tengo un «nosequé» que aún a día de hoy me «obligo» a leer todo lo que empiezo, me guste o no.
Y esta vez, esta actitud de entrega me abrió los ojos. Con esto no quiero decir que tengas siempre que obligarte, pero muchas veces sucede que lo inesperado está más allá de las resistencias a lo desconocido. Y esas veces pueden enriquecer tu espíritu. Normalmente siempre.
¿De qué va el libro de los cuatro acuerdos?
Este libro que es rápido y fácil de leer nos explica por encima qué es una creencia. Cómo ésta genera un personaje de Juez interior que nos va machacando constantemente y que resulta normal que no disfrutemos la vida desde ahí.
A partir de esta introducción, nos plantea lo que el Dr. Ruíz llama los 4 acuerdos que son su propuesta para ir liberándonos de esta carga.
El primer acuerdo: sé impecable con tus palabras
En este primer punto el autor nos habla del poder que las palabras tienen sobre nuestra manera de vivir. De hecho se puede leer la frase «Toda la magia que posees se basa en tus palabras» y nos pone algunos ejemplos de resultados obtenidos por las mismas.
¿Es realmente esto así? ¿Tanto poder tienen las palabras? Pues yo no lo he vivido en primera persona, pero existe toda una disciplina llamada PNL (Programación Neuro Lingüística) que se basa en este «poder de las palabras«. Y esta disciplina tiene detrás diversos estudios que la avalan.
Pero si lo investigamos con esa mirada de exploradores, tiene sentido lo que se plantea aquí. Lo que decimos (de los demás y de nosotros mismos) es un reflejo de lo que pensamos. Y lo que pensamos es un reflejo de lo que creemos. Seamos o no conscientes de ello. El poder, a mi parecer, recae en que si verbalizamos aquello que pensamos de alguna manera le estamos dando credibilidad. Y, normalmente, ese Juez interno suele poner las palabras que refuerzan la creencia «no soy suficiente«, «no merezco que me quieran«, «no soy capaz«, etc.
Bajo esta perspectiva ser impecable con tus palabras significa que asumes la responsabilidad de lo que dices pero sin rechazarte, es decir sin juzgarte y sin culparte. Vamos, que entiendes el poder y la fuerza que tienen las palabras y, por lo tanto, que busques la manera de utilizar bien este poder. Intentando no reforzar esa creencia desde la que nos juzga el Juez interior.
El segundo acuerdo: No te tomes nada personalmente
Aunque si profundizamos en el primer acuerdo podríamos llegar a ver que puede valer también para mejorar nuestras relaciones, este punto ya profundiza más en este aspecto. Para mí, así como el primer acuerdo me cuesta mucho interiorizarlo, este segundo lo veo mucho más claro y siempre lo resumo de la misma manera: no le importas a nadie.
No me malinterpretes, no es que nadie te quiera y que estés sol@ en este mundo. No. Simplemente que tienes que entender que la movida interna que tenemos cada uno de nosotros es tan heavy que coger esa movida de una persona próxima y hacerla tuya no tiene sentido. El Dr. Ruíz nos lo expone en esta frase: «Lo que esa persona dice, hace y opina responde a los acuerdos que ha establecido en su propia mente. Tomarse estas cosas personalmente, es la expresión máxima del egoísmo.«.
Esto es el principio del juego de los espejos. Un principio que tal y como nos han educado cuesta de asumir y acoger en nuestra vida. Estamos acostumbrados a mirar fuera y acusar a los demás de nuestra desgracia o insatisfacción, cuando en verdad es responsabilidad nuestra vivir lo que queremos vivir. Entregar esa responsabilidad a otros es entregar nuestra vida y acomodarse.
El tercer acuerdo: No hagas suposiciones
¿Cuántas veces al final del día hemos interpretado a nuestra manera palabras, comportamientos, acciones de los demás? Sin saber nada, cogemos y nos atrevemos a suponer todo. Y así nos perdemos el misterio de la vida. No nos conectamos con la apertura y la magia de la incertidumbre de que cualquier cosa puede suceder. Y, así, no dejamos espacio para lo nuevo.
Imagina que llevas 3 años compartiendo un espacio de trabajo con alguien. Has empezado a conocer a es@ compañer@ desde entonces y ves que tiene un cierto comportamiento hacia ti que no te gusta: por ejemplo que cada vez que estáis en grupo te da la espalda y no te saluda. Eso te duele. Supones que lo hace porque le caes mal o porque te considera un/a tont@. Te has petado el acuerdo 3. Entonces, te lo tomas como algo personal: «¿cómo se atreve a darme la espalda? ¿Será imbécil que no me saluda?» (te acabas de petar el acuerdo 2). Y finalmente te envenenas con las palabras: lo comentas con otr@s compañer@s del trabajo, o en casa con tus compis o tu pareja, etc. Te has petado el primer acuerdo.
Lo que no estás teniendo en cuenta es que tú apenas llevas conociendo 3 años en el trabajo de sus 33 años. Esto llevado a horas sería más o menos 6.240h de conocerla en el trabajo versus 288.288h que esa persona lleva viva. Esto quiere decir que conoces a esta persona un 2,2%, y eso si las 8h que compartes con ella en el trabajo te está explicando su vida.
Así, lo que no sabes es que esa persona en el 97,8% que no conoces de ella ha perdido un ser querido y tú le recuerdas a esa persona y no es capaz de mirarte a la cara. O que había alguien que le hacía bullying y tenía tú mismo carácter. O que sin saberlo le has obstaculizado su sueño de cumplir nosequé. O que se siente amenazad@ por tu inteligencia. O, sí, que simplemente es una persona estúpida que quiere hacerte la vida imposible porque sí. En ese 97,8% de la persona que no conoces puede caber toda posibilidad, así que no asumas nada. Si te duele, habla con esa persona y descubre qué hay detrás. Aumenta ese 2,2% que se supone conoces de ella.
Cuarto acuerdo: haz siempre lo máximo que puedas
Creo que este cuarto acuerdo está mal traducido. Porque siempre hacemos lo máximo que podemos y sabemos. Pero creo que se refiere a lo que hablamos el otro día en el post sobre el efecto actitud. El cuarto acuerdo es: entrégate a fondo en todo lo que te sucede.
Básicamente se refiere a que no entregues el poder de vivir al máximo a los demás. Porque vivir la vida que quieres y vivirla a tope es tu única responsabilidad. Como avanzaba antes, entregar este poder a otras personas es el primer paso para no vivir bien la vida. Es como pretender que tu pareja te haga feliz, o que tu jefe te valore.
Los cuatro acuerdos en mi vida
Entrando en el terreno personal, voy a hacer un poco de valoración de cómo vivo estos acuerdos. Vamos a ello Javi:
1) Primer acuerdo: es el que más me cuesta. Aún me salen ciertos patrones que hacen que me hable mal, que desmerezca aquello que hago y no le doy importancia a quien realmente soy. Tengo un buen recorrido aquí.
2) En el segundo acuerdo de los cuatro acuerdos me siento más cómodo. Es cierto que depende un poco del contexto. Por ejemplo, en un aspecto más personal no me afecta mucho las cosas que puedan decir de mí. Sin embargo, si alguien me hace observaciones sobre mi trabajo o mi actitud profesional he de reconocer que rápidamente me pongo a la defensiva.
3) El tercer acuerdo lo llevo bien excepto con las personas que se supone más conozco. Es decir, es como si encasillara más a las personas con las que más comparto. Esto es un problema porque no permito que ellas me sorprendan y esto provoca que mis relaciones sean más estáticas de lo que me gustaría vivir. Los números que he hecho para este post me han aportado mucha luz para quitarle hierro al tema.
4) Y para finalizar, en el cuarto acuerdo creo que con los años he mejorado mucho pero también tengo la sensación que aún puedo dar más de mí mismo. Entregarme más.
En resumen, me siento contento con mi predisposición actual y a la vez siento con ganas y emoción que tengo un largo recorrido por delante. Sin agobios y con ilusión. Y tú, ¿cómo vas? ¿Habías leído sobre estos acuerdos?
Deja una respuesta