Hace cosa de dos semanas aproveché una excusa cualquiera para animarme a hacer una pequeña excursión con un grupo de amigos que estoy empezando a conocer ahora. Durante esta excursión hicimos un pequeño stop en la caminata para cambiar de actividad.
Willy, uno de los dos organizadores, nos puso en círculo y nos lanzó una pregunta inesperada: «¿Para qué estamos hechos los seres humanos? Los pájaros vuelan, los peces nadan, los monos trepan, pero ¿y nosotros?«. Willy trabaja con el cuerpo y nos preparó un conjunto de actividades para «sacarnos del sofá«. Bellísima experiencia la que vivimos con él, Álex y los compañeros.
Días después, concretamente hoy mientras desayunaba, me ha vuelto la pregunta de una forma más genérica: «¿A qué hemos venido nosotros los seres humanos?«. ¡Vamos a por ello!
Homo perierat
No he hecho la prueba empírica, pero se palpa en el ambiente: no sabemos a qué hemos venido. De Homo sapiens nada, somos «el ser humano perdido«, Homo perierat. Intentaré hacer la prueba durante estos días, pero vaticino que si le pregunto a alguien «¿A qué crees que hemos venido?«, no me dará una respuesta clara y con fuerza sino algo más bien vago y dubitativo.
Os voy a ahorrar mucho sufrimiento: muy pocas personas saben qué están haciendo con sus vidas realmente. Y estas pocas sólo se atreven a hablar de su experiencia porque saben que no existe un camino único para todas las personas; al revés: existen todos los caminos para cada una de las personas. Así que huye de cualquier mensaje o sistema enlatado.
Los primeros humanos
Mi búsqueda sobre esta pregunta me ha llevado al pasado. Muy muy al origen de nuestra especie. Seres que recorrían el mundo sin siquiera saber que el mundo era tan grande como lo que hemos ido descubriendo a lo largo de nuestra historia. Estamos en el momento en el que éramos nómadas. Como veis, he tenido que rebuscar mucho en los apuntes de historia 😛
Esos momentos fue, seguramente, la época que más conectados estábamos con la vida. No digo que viviéramos más (entonces la media de edad era de unos 30-40 años), sino que la corta vida era más intensa. Más vivida.
Alrededor de esa Era todo nos fascinaba. Todo nos sorprendía. Estábamos conectados con la curiosidad innata, con la mirada del explorador. Con el fascinante mundo del «no saber«. Descubrimos cómo hacer fuego. Ideamos la agricultura. Inventamos la rueda.
El homo sapiens ¿sapiens?
Nos ponemos ahora la intro de «The big bang theory» y a ritmo de esa pegadiza y animada canción nos acaban de pasar miles de años como seres exploradores del mundo. Y, ¿qué nos encontramos?
Cientos de noticias sobre la decadencia de nuestro planeta. Miles de enfermedades. Gente que vive su vida como zombies y que no sabe qué hacer con su vida. Tanto es así que el consumo de drogas no para de aumentar. O, por ejemplo como es mi caso, que tienes que dar explicaciones en ciertos círculos cuando no quieres beber alcohol.
¿Qué ha sucedido? ¿Qué ha cambiado? Pienso que, básicamente, lo que ha sucedido es que ha cambiado nuestra mirada con respecto al mundo. Con respecto a la vida. Nos hemos instalado en la respuesta. Una respuesta estandarizada para todos. En el crear y hacer cosas. Crear y hacer para alcanzar unos resultados. Unos resultados por los que se me evalúa. Un sinsentido.
Tal es este sinsentido del mundo que vivimos ahora que, sin ir más lejos, ya se oye gente cantando alegremente: «Hemos venido a emborracharnos, el resultado nos da igual«. Pregonando a todo viento que ya estamos de madre. Que no tenemos ni idea qué hacemos en esta vida, y fruto de la desconexión con la vida hemos venido a emborracharnos.
Hemos venido a…
Como iniciaba, nos atrevemos a llamarnos Homo sapiens sapiens pero si hiciéramos un ejercicio de humildad y sinceridad con nosotros mismos nos empezaríamos a ver como los Homo perierat que somos. Como en los círculos sociales de apoyo a cualquier adicción, el primer paso para superar una situación compleja de este calibre es admitir el problema. Y nosotros estamos adictos a estar perdidos y a distraernos.
Empecemos pues. Empiezo yo: lo admito. No tengo ni idea de a qué hemos venido como seres humanos. Y me siento perdido. Pero intuyo que el camino para descubrirlo no está en esta especie Homo borrachus, sino que está en lo que hacían nuestros ancestros: vivir la vida como un explorador.
Así es como me he animado a vivir los últimos años. Siendo un explorador de mí mismo. No tengo ni puñetera idea de lo que estoy haciendo ni dónde me llevará. Pero tengo una certeza muy potente: sé que estoy infinitamente mejor que cuando suponía que tenía todas las respuestas. Sé que no estoy donde no quiero estar. ¿Me acompañas en el camino?
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