Los alumnos de Ikigai LifeCourse pronto empezarán a trabajar la etapa de «lo que el mundo necesita«. En esta segunda etapa deberán investigar las tendencias del mundo desde la perspectiva que quieran elegir. Una posibilidad, de muchas que existen, es hacerlo desde la perspectiva de género: ¿Va a ser un futuro donde lo masculino sigue al frente o, por el contrario va a haber un giro argumental en el futuro? Yo me decanto por este segundo punto. Creo que el futuro es femenino. ¡Empecemos!
¿El futuro es femenino? ¿A qué te refieres?
Cuando escribo estas líneas no estoy pensando en un mundo de mujeres frente a un mundo de hombres. Ni que la figura del hombre de repente quede sometida a la de la mujer. Nada más lejos de la realidad. De hecho es absurdo pensar en temas corpóreos.
Me estoy refiriendo a un tema energético. Vamos, básicamente que va a darse una transformación en los puestos de poder que tenderá hacia una energía más femenina. De hecho ya está sucediendo así, aunque sea poco a poco y aún exista mucha resistencia.
¿Energía? ¿Qué me narras?
No me voy a poner muy místico, más que nada porque me metería en fregados que no domino, pero para vivir bien nuestra vida es muy importante que entiendas lo que voy a escribir a continuación. Todos, cuando nacemos, por derecho propio nacemos con una energía masculina y otra femenina. De hecho, en verdad, no nacemos con una división tan marcada sino que está entremezclada.
No estoy hablando del género de nuestro cuerpo. Y, desde luego, tampoco hablo de nuestra orientación sexual. Simplemente hablo de un conjunto de características y potencialidad con las que todos nacemos por derecho a haber nacido. Porque somos potencia pura. No nacemos a medias.
La energía masculina
A medida que vamos creciendo entramos a formar parte de una sociedad que, a raíz de la globalización, cada vez es más común y menos diferente. Esto significa que poco a poco se ha montado un sistema que nos ha organizado nuestro desarrollo como seres humanos. Y es así como nuestro entorno y nuestras experiencias son las que van puliendo esta energía entremezclada.
Hasta la fecha este sistema ha sido orquestado básicamente por la energía masculina. No nos olvidemos que nuestra necesidad básica primaria ha sido, es y siempre será la supervivencia. Y en tiempos remotos esta supervivencia se conseguía básicamente por la fuerza, siendo muy resolutivos y determinados. Tres características propias de la energía masculina (que no exclusivamente de hombres).
La era industrial
Con el tiempo (y resumido de una manera muy bruta, lo sé) esto derivaría hacia el sistema industrial. Este sistema, para funcionar correctamente, necesitaba una preparación concreta de los jóvenes que trabajarían en las fábricas. Una necesidad muy marcada, aún, por la energía masculina. Así, no es de extrañar que el sistema educativo se diseñara con esta tendencia.
Esto podemos observar que es así cuando investigamos los patrones tan marcados que tenemos. ¿No es curioso que todos compartamos un modelo de éxito tan similar (tener hijos, casa, coche, viajar, ir a la universidad, trabajar para otros, etc.)? ¿O que miremos con casi los mismos ojos el fracaso de otras personas?
Con esta construcción de la «realidad» hemos logrado grandes cosas como sociedad. Solo mirando a nuestro alrededor podemos observar la enorme comodidad que nos rodea: electricidad que ilumina mi espacio de escribir, una banqueta que me mantiene los pies en alto, toda la información que quiera dispuesta a un solo clic, etc.
Sin embargo, por el camino hemos ido destruyendo mucho a nuestro paso. Si lo piensas un poco, se ve lógico. La energía masculina presenta una agresividad que no siempre se puede contener, es algo innato. Y toda forma de agresividad lleva a alguna forma de destrucción. Ahora hemos llegado a un punto insostenible.
Asoman retos muy potentes: cambio climático, la transformación del puesto de trabajo con todas las tecnologías emergentes, la falta de agua para la superpoblación, la contaminación del aire, la transformación del consumo, y un largo etc. Y lo único que sabemos es que estos nuevos retos no se pueden resolver desde donde se crearon. La energía masculina no puede liderar esta transformación.
La energía femenina
Aquí, lamentablemente, la explicación va a quedar coja puesto que mi mirada sobre este aspecto solo incluye la del hombre. Pero voy a intentarlo.
La energía femenina tiene el don de ser inclusiva, todo lo acoge. Porque el valor principal que mueve esta energía no es el miedo a la supervivencia, sino el amor puro. Y desde el amor todo cabe y nada se rechaza. Y lo más importante, el amor es expansivo y creador. A medida que más amor entregas, más amor recibes y más amor se genera.
De esta manera, potenciando la energía femenina que tenemos todos los seres vivos aportamos una mirada más tierna. Lo que tengo a mi alrededor deja de ser una amenaza para mí, de hecho lo veo como una parte de mí. Y esto aporta una perspectiva que permitirá una nueva transformación de nuestra especie. Por eso creo que el futuro es femenino.
Un futuro que ha venido a quedarse
Fijémonos que de manera intuitiva la sociedad (la gran mayoría sin haber hecho reflexiones como la que escribo) ya está empezando a hacer este cambio. No es casualidad que ahora en las escuelas estén empezando a trabajar las emociones y sentimientos. Como tampoco lo es que esté habiendo un boom en cursos, masters y programas de desarrollo personal. De alguna manera sabemos que el futuro es femenino.
¿Por qué?
Sencillo: nos hemos olvidado tantos años de esta energía que es una total desconocida para nosotros. No la entendemos y cuando emerge no sabemos qué hacer con ella.
Mi propia experiencia sobre este tema
Siempre he sido un chico bastante sensible. No lo mostraba mucho, pero los que más me conocían sabían que ahí estaba esa sensibilidad. Pero yo no sabía cómo usarla. Tanto es así que fui avanzando en años y experiencias y la fui tapando.
Con el tiempo (y rápidamente) logré alcanzar un estatus muy cómodo viviendo una época muy tranquila de mi vida: con mi pareja, mi pisito de alquiler, mi trabajo bastante bien remunerado y que además me gustaba, salud y con todos en la familia bien, etc. Sin embargo, un día viendo la tele de repente un programa me empezó a emocionar demasiado. No entendía nada… ¿Qué significaba esa piel de gallina? ¿Esas lágrimas en mis ojos?
Ahora, después de un proceso de trabajo personal en el que sigo inmerso, veo claro que se trataba de mi sensibilidad que ya no podía más de tanta represión. Era una parte de mi esencia que necesitaba ser expresada aunque no supiera cómo. Y ahora, sabiendo que el futuro es femenino dejo que se manifieste, y gracias a ello me siento vivo y pleno cada día de mi existencia. Por ponerte un ejemplo, disfruto más que nunca de un abrazo venga de donde venga.
Ha llegado el momento que lo masculino y lo femenino se hablen.
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