Gracias a los círculos en los que me muevo últimamente llegó a mí una información que me ha aportado un montón de aprendizajes que espero llevar a la práctica en el corto plazo. Se trata ni más ni menos de un programa de televisión titulado «L’ofici de viure» (el oficio de vivir). En su primer episodio hablan del «Efecto actitud«. Y esto es precisamente de lo que voy a hablar hoy, de mis aprendizajes y vivencias de este capítulo. ¡Empecemos!
¿Qué es la actitud?
Tomando la segunda acepción de la RAE, la actitud es la disposición de ánimo manifestada de algún modo. Si tomamos la palabra ánimo como animus, estamos hablando del alma. Es decir, la actitud es cómo disponemos nuestra alma en relación con lo que nos sucede en la vida: el trabajo, la relación de pareja, con el cuerpo, con la manera en que nos relacionamos con nosotros mismos, el mundo, y un grandioso etc. Casi nada, ¿verdad?
Actitud malinterpretada
Viene a mi recuerdo el momento en el que nos entregaban las notas trimestrales en la escuela. Si no recuerdo mal por cada asignatura habían 4 columnas: conocimiento, práctica, actitud y luego la media de esos tres conceptos.
Es muy cómico investigar qué significaba actitud en ese contexto. Básicamente tu actitud era excelente si:
1. Cumplías con las tareas
2. Te portabas bien en clase
Vamos, básicamente si te convertías en alguien sumis@ y no dabas ningún problema. Ahora entiendo muchas cosas de mí mismo. De alguna manera me pasé 18 años de mi vida diciéndole a mi alma que su disposición tenía que ser así de pobre. Y así me fue.
Es curioso como las mejores intenciones del ser humano mal ejecutadas pueden llegar a joder tanto la marrana. Lo chulo es que todo sirve para aprender.
¿Con actitud se nace o se hace?
Me gusta la propuesta que surge de combinar dos explicaciones del vídeo. Se explica que hay una parte de dicha actitud que es biológica. No entran en detalle, pero imagino que hablan de la herencia de nuestra esencia animal. Es una herencia de actitud acumulada por nuestros antepasados que les permitió sobrevivir.
Pero antes, Álex Rovira nos hace una apreciación muy interesante: «Entre un estímulo (neutro) y cualquier respuesta existe un espacio para la toma de consciencia y ahí podemos elegir la actitud que queremos tomar frente a este estímulo«. Y lo enlaza con uno de los aprendizajes más gratificantes del libro «El hombre en busca de sentido» de Viktor E. Frankl: «Todo se puede tomar de un hombre, excepto una cosa: la última de las libertades humanas: elegir la actitud de uno en cualquier conjunto de circunstancias, elegir su propio camino.«.
Para mí ésta es la clave del efecto actitud. Porque esta parte sí que es entrenable y depende al 100% de nosotros.
Entrenando nuestra actitud
Como decía, para mí la clave está en ese espacio entre el estímulo y la respuesta. Si no nos entrenamos lo más natural es que salga nuestra esencia animal, al fin y al cabo como especie llevamos más años siendo animales que otra cosa. Desde ahí nuestra actitud, por lo general, tenderá a emerger desde esa parte más biológica y heredada. Acción – Reacción.
Pero, ¿qué sucede si nos volvemos excelentes en ampliar ese espacio entre el estímulo y la respuesta? La respuesta es sencilla: que tendremos más espacio para descartar la respuesta automática biológica y responder con la actitud que queremos. Es decir, podremos hacerle más caso a nuestra alma.
Así que, para entrenar nuestra actitud parece lógico que nos enfoquemos en ampliar ese espacio.
Ok, vale, ¿pero cómo lo hago?
Jajajaja, ya sale ese patrón de «dame una receta para aplicarlo en mi día a día«. Pues qué quieres que te diga, no la tengo. Lo que tengo es algunas preguntas y reflexiones importantes previas a la receta.
Por ejemplo, al inicio del vídeo Víctor Kuppers dice: «Eres como quieres ser«. Yo interpreto que lo que quiere decir es que uno cosecha lo que siembra. Es decir que si quieres vivir alegría, tienes que sembrar alegría. Porque si siembras tristeza, no vas a cosechar alegría.
Esto que parece una obviedad es un punto muy importante. Tanto que hay que dedicarle su tiempo y cariño al asunto. Porque normalmente en este punto solemos tirar balones fuera y esperamos que sea mi entorno (trabajo, familia, pareja, amigos, etc.) el que me dé la alegría que quiero vivir. Y, lo siento, no funciona así. Da tú la alegría que quieres vivir y la vivirás. No hay otra manera.
Por lo tanto, antes de plantearse cómo se entrena la actitud hazte las siguientes preguntas: ¿Qué quiero cosechar en mi vida? ¿Cómo quieres vivir? ¿Qué mundo quiero vivir? Porque no hacerse estas preguntas sería como que te toque 3.000 millones en la lotería sin saber qué harás con ello: malgastarás el dinero (como el 70% de los ganadores de lotería que al cabo de 5 años se arruinan).
Actitud en cada momento
Una vez afrontadas las preguntas anteriores viene lo realmente difícil: ponerse en acción. Porque, como en todo, no existe un atajo simplemente hay que ponerse y aprender caminando. La vida nos irá poniendo estímulos y situaciones con las que practicar, no te preocupes.
Ahí tenemos que saber que algunos de estos estímulos serán más fáciles que otros. Y entender que ante lo difícil lo normal es que aparezca esa respuesta más animal que hablábamos. Porque nos supera y no tenemos las herramientas adecuadas en ese momento. Pero tal y como explica Antonio Jorge Larruy, hay que ir practicando en ligas menores. Y no pasa nada. Cada persona tiene sus tempos de aprendizaje.
Pero no nos acomodemos. Es en estas ligas menores, donde las situaciones nos parecen más cómodas, donde hay que trabajar a tope en los 3 elementos que se explican:
1. Determinación completa, total y absoluta de entrega, es decir: dalo todo en cada momento. Pon toda la carne en el asador. Nada de medias tintas. Es un poco lo que dice Yoda a Luke en el pantano: «Hazlo o no lo hagas, pero no lo intentes«.
2. Escapa de la trampa del tiempo. La vida es una suma de instantes presentes. Si un instante presente lo trasladas al pasado o al futuro, deja de ser presente. Por lo tanto pierdes vida. Más lógico no puede ser.
3. Sé auténtico. Te voy a susurrar un secreto: no le importas a nadie y nunca le vas a importar. Así que déjate de tonterías mentales de sucedáneos de lo que te han dicho (o te has dicho) que eres. Sé y punto. Vive y deja de analizar tanto.
Inspírate
Si con todo esto aún no sabes por dónde tirar, busca inspiración. Mira vídeos. Ves a conferencias. Viaja. Habla con la gente. Haz algún curso. Lo que se te ocurra como campo de exploración estará genial. Mi recomendación casi siempre es recurrir a la naturaleza o a los niños pequeños. Ellos, de alguna manera innata saben qué es lo más importante para que lo más importante sea que lo importante sea lo más importante.
Os dejo el vídeo original del programa. Se pueden poner subtítulos.
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