Soy una persona que sufre de dependencia emocional. No solo en las relaciones de pareja, sino que esto va más allá: me pasa en el trabajo, en las amistades, en mis hábitos.. Es como que cualquier cosa que mi “zona de confort” es capaz de absorber me vuelvo adicto a ello. Me viene a la cabeza la escena de “El viaje de Chihiro” en la que el Dios del Río va acumulando mierda y más mierda en vez de desprenderse de toda ella.
Hoy vengo a hablarte de esta dependencia emocional que va más allá del mundo parejil. Qué es, por qué sucede, qué necesito aprender y cómo liberarme de estas vivencias.
¡Vamos a por ello!
Qué es la dependencia emocional
Estoy seguro que hay maneras mucho más profesionales de definir qué es la dependencia emocional e, incluso, con muchos más tecnicismos. Pero a estas alturas yo creo que nos vamos conociendo y sabes que me gusta hacer simple lo difícil. Y he encontrado esta manera de definirla que se entiende estupendamente y que, además, nos empieza a dar las claves de liberación.
La dependencia emocional es el deseo que tengo de estar permanentemente en una situación que me crea insatisfacción o malestar y la incapacidad para cortar con esta situación.
¿Cuáles son las consecuencias de la dependencia emocional?
El gran punto de este tipo de situaciones es que se va generando un desánimo cada vez mayor. Es decir, que mi alma se va apagando poco a poco (aunque cada vez lo hace más rápido) y con este apagón yo me voy desconectando de la vida.
¿Cómo sucede esto? Bueno, básicamente pasa que esta dependencia genera un relato. Como una especie de carta o de voz en off que está constantemente en marcha. Entonces sucede que nos contamos las cosas de una manera que justifica el que yo esté en esta situación y/o que esta situación se alargue. Es un discurso que retroalimenta la dependencia.
Esto marchita el alma poco a poco. Y con ello, cada vez me siento más atrapado en el relato y, aunque quiera algo mejor, no soy capaz de encontrar la fuerza para acercarme a aquello que quiero. Y me acabo resignando. Resignando a unas migajas de amor. A un maltrato (primero mío y luego de los demás). A una vida empobrecida.
Por qué se produce la dependencia emocional
Si te fijas la dependencia emocional está relacionada con la dimensión afectiva. Incluso hay quien dice que se debe a nuestro miedo interior profundo a la soledad (ya sabes que yo me siento solo muchas veces). Por no querer (o no saber) afrontar dicha soledad, la tapamos con dependencia.
Si buscamos un poco por internet no faltarán las listas que nos indiquen cuáles son las causas o los rasgos de personalidad que propician estas situaciones. A saber:
- actitud sumisa y pasiva
- baja autoestima
- celos patológicos
- sensación de responsabilidad de la felicidad ajena
- temor a la soledad
En el fondo siempre volvemos a lo mismo: hemos desarrollado una personalidad que me genera la aparición de situaciones de dependencia. Bien podría ser porque de pequeño pensé que me abandonaban y por el miedo de no volver a contactar con esa sensación “me lleno de cosas” para que no me suceda. O bien porque me sobreprotegieron y pienso que no tengo capacidad para salir adelante. Sea como fuere, el tema está en esta idea que yo tengo de mí que no me deja vivir libremente.
¿Qué necesito aprender de estas situaciones? – Ideas clave
La vida protege a la vida
Lo primero que necesitamos entender es que la vida tiende a la vida. Podemos usar diferentes expresiones: lo que viene conviene, la vida protege a la vida, la vida siempre trabaja a favor de la vida, etc. Me da igual, usa la frase que más te resuene siempre y cuando comprendas el fondo.
Y para seguir entendiendo la pregunta que nos podríamos hacer ahora es: ¿y qué es la vida? Pero, seguramente, ahí nos perderíamos en un océano infinito de posibilidades y ramificaciones. Cuando esto sucede lo mejor suele ser darle la vuelta a la pregunta. Así que: ¿qué es la no vida? o dicho de otra manera: ¿qué no es vivir?
No vivir o la no vida es estar atrapada o atrapado en un personaje pequeñito que no nos permite experimentar la primera ley de la abundancia que es la potencialidad pura (entre otras). Por lo tanto, como la vida protege a la vida, lo que hace la vida es traerte situaciones para que te liberes de tu personaje. Para que seas capaz de decirte: “ei, la vida no puede ser esto tan pequeño… será mejor que me libere de este traje y experimente nuevas maneras”.
Esto la vida lo hace constantemente y con diferentes graduaciones. He hablado ya numerosas ocasiones de ello, pero por si acaso vuelvo al ruedo. La vida primero te susurra, luego te habla y luego te grita. Porque la vida protege la vida y no quiere torturar a nadie, pero tampoco quiere que seamos unos merluzos que se quedan atrapados en la escasez cuando la vida es abundancia. Imagínate la vida como ese amigo que ha organizado una macro fiesta y que quiere que vengamos todos a disfrutar de ella. La única condición es que es un banquete donde tenemos que ir desnudos, con espíritu infantil a flor de piel.
Por lo tanto, con esta primera idea podríamos entrever que la vida siempre busca que sanemos nuestras heridas. Permanentemente. Por eso te trae situaciones (una pareja, una enfermedad, un trabajo, un problema económico, etc.) para que gracias al sufrimiento que te genera te des cuenta de tu hemorragia interna y te pongas a trabajar en curarte.
El exterior no cambia: Céntrate en ti
Cuando entiendes la idea clave anterior, emerge inevitablemente esta segunda. Y es que ves la situación de dependencia emocional como una oportunidad de aprendizaje. Entonces dejas de marear la perdiz y dejas de buscar culpables y de querer que sean los demás los que cambien.
A mí me gusta explicarlo en mis formaciones como que transformas la actitud de buscar en una actitud de encontrar. Te pones en modo investigador privado de los buenos, como Colombo o Sherlock, y empiezas a rastrear toda esta situación. Es fascinante. Doloroso muchas veces, sí. Pero fascinante porque al ir caminando por ahí va emergiendo un aroma de libertad y de paz alucinantes.
Solo necesitas entender LA IDEA
Sanar la dependencia emocional, como cualquier herida o sufrimiento que estés experimentando pasa por una única fase: entender cuál es la idea que me tiene atrapado. ¿Es que pienso que el amor solo se puede vivir en pareja? ¿Es que me creo que soy poca cosa? ¿Es que mi valor me lo da el trabajo? ¿Es que la felicidad solo es factible gracias a mis hijos? ¿Es que la vida está estrechamente relacionada con mi salud? ¿Es que la belleza solo es un cuerpo concreto?
Cuando empiezas a cuestionar todo esto aparece un reto enorme: soltar la idea. La dificultad de este punto recae en “Ostia, si suelto esta idea a la que he estado aferrado toda mi existencia… ¿dónde coño me agarro ahora?”. Hablan los expertos de “en lo que eres realmente: esa consciencia que es capaz de darse cuenta.”. Ahí yo sigo experimentando.
Relaciones sanas
Aunque aquí trato de ampliar el término e ir más allá, es inevitable mezclar la dependencia emocional con el mundo de las relaciones humanas. Necesitamos entender bien “la función” de las relaciones humanas. Explicado así rápido (porque no es menester de este post), yo me relaciono para expresar mi autenticidad y acercarme a la unidad (o el amor mayúsculo).
Esto quiere decir que los demás no están para hacerte feliz, ni para que vivas la alegría, ni para que vivas migajas de amor, ni para hacerte reir, ni para nada en concreto. Los demás pasan por tu camino para que te hagas consciente de tu personaje y desde ahí puedas liberarte (si quieres) de esta pequeñez. Podríamos vernos todos como maestros de vida (es decir, de liberación de potencial). Por eso insisto en que no existen relaciones tóxicas, simplemente hay personas que tocan más de cerca tu traje más enganchado (por lo que deberías agradecerle mucho más) y eso pues confronta más.
La idea vendría a ser la siguiente: eso que buscas experimentar a través de una relación ya está ahí. Simplemente no eres capaz de verlo porque lo has tapado con tu personalidad (o con una parte de ella). Así que te viene alguien que te invita a hacerte consciente de esa capa de mierda (como el viaje de Chihiro) y si haces tu trabajo serás capaz de ver eso que ya está ahí. Dicho de otra manera: la felicidad, la paz, la alegría y el amor son consecuencia de hacerte consciente de tu mierda.
Lo que resistes persiste
La idea final que me gustaría trasladarte es que aquello que aceptas te transforma y lo que condenas te esclaviza. La aceptación te libera porque te dejas en paz. Pero aquello a lo que te aferras es lo que llevarás arriba y abajo en tu excursión de la vida. Para acabar de entender esta idea hay un cuento zen que me gusta mucho:
Érase una vez, dos monjes zen que caminaban por el bosque de regreso a su monasterio. En su camino debían de cruzar un río, en el que se encontraron llorando una mujer muy joven y hermosa que también quería cruzar, pero tenía miedo.
– ¿Qué sucede? – le preguntó el monje más anciano.
– Señor, mi madre se muere. Está sola en su casa, al otro lado del río y no puedo cruzar. Lo he intentado – siguió la mujer – pero me arrastra la corriente y nunca podré llegar al otro lado sin ayuda. Ya pensaba que no volvería a verla con vida, pero aparecisteis vosotros y podéis ayudarme a cruzar…
– Ojalá pudiéramos ayudarte – se lamentó el más joven. Pero el único modo posible sería cargarte sobre nuestros hombros a través del río y nuestros votos de castidad nos prohíben todo contacto con el sexo opuesto. Lo lamento, créame.
– Yo también lo siento- dijo la mujer llorando desconsolada.
El monje más viejo se puso de rodillas, y dijo a la mujer: – Sube.
La mujer no podía creerlo, pero inmediatamente cogió su hatillo de ropa y montó sobre los hombros del monje. Monje y mujer cruzaron el río con bastante dificultad, seguidos por el monje joven. Al llegar a la otra orilla, la mujer descendió y se acercó con la intención de besar las manos del anciano monje en señal de agradecimiento.
– Está bien, está bien- dijo el anciano retirando las manos. Por favor, sigue tu camino.
La mujer se inclinó con humildad y gratitud, tomó sus ropas y se apresuró por el camino del pueblo. Los monjes, sin decir palabra, continuaron su marcha al monasterio… aún tenían por delante diez horas de camino.
El monje joven estaba furioso. No dijo nada pero hervía por dentro. Un monje zen no debía tocar a una mujer y el anciano no sólo la había tocado, sino que la había llevado sobre los hombros. Al llegar al monasterio, mientras entraban, el monje joven se giró hacia el otro y le dijo:
– Tendré que decírselo al maestro. Tendré que informar acerca de lo sucedido. Está prohibido.
– ¿De qué estás hablando? ¿Qué está prohibido? -dijo el anciano
– ¿Ya te has olvidado? Llevaste a esa hermosa mujer sobre tus hombros – dijo aún más enojado.
El viejo monje se rió y luego le respondió:
– Es cierto, yo la llevé. Pero la dejé en la orilla del río, muchas leguas atrás. Sin embargo, parece que tú todavía estás cargando con ella…
Cómo superar la dependencia emocional
Entendiendo todo esto que hemos hablado en el post, podemos confeccionar una especie de pasos para practicar la liberación de esta dependencia emocional. Por lo tanto, frente a una situación en la que yo me sienta atrapado, sienta malestar o vea que es una situación que se me ha repetido en otras ocasiones, lo que puedo hacer es:
- Para tu discurso mental derrotista y dependiente: excúsate yendo al lavabo o simplemente dedica un espacio del día a estar a solas contigo
- Agradece: acepta que esto es así ahora, calma tu ruido emocional. No pasa nada por estar en esta situación: celebra que te has dado cuenta. De hecho, ¡has de agradecer a tu maestro por la lección que te ha enseñado!
- Pregúntate: ¿qué idea errónea es la que me tiene atrapado?
- Ábrete afectivamente (esto lo trabajamos mucho en el reto de cómo afrontar la soledad)
- Juega otros personajes para experimentar nuevos comportamientos
Héctor dice
Muchas gracias por este texto que me ha venido muy bien y me ha hecho recapacitar o al menos querer intentarlo… no tengo más remedio.
Tengo dependencia emocial hacia mi pareja. Por motivos de trabajo mi pareja tiene que viajar a menudo, y yo siento cada que vez que se va, un vacio y un miedo que me paralizan y es una agobio de pensamientos catastrofistas todo el rato… necesito una solución que intentaré reforzar en la aceptación y meditación.
Gracias.
javi dice
Uo.. Muchas gracias por la honestidad y transparencia Héctor. Llego tarde en la respuesta (obviamente por fechas) y no sé cómo ha ido evolucionando este asunto en tu vida. Yo también estaba batallando con mis fantasmas por esas fechas (aún hay remanentes de ellos a día de hoy) así que no te pude atender adecuadamente.
Tal y como yo lo he vivido (o sigo viviéndolo) hay que trabajar en dos aspectos y movimientos en paralelo. El primero tiene que ver con una sanación (por así decirlo) interior. Es un trabajo de ir entendiendo el miedo y los mensajes que nos enviamos en estas situaciones. De alguna manera, nos sucedió que hubo una desconexión con nosotros mismos y habría que entenderla y comprenderla. Cariño, cuidado, amabilidad y amor son actitudes imprescindibles en este proceso. El segundo es un trabajo más hacia afuera. Se trata de ir trabajando el músculo de ver el amor en nuestro derredor y no tanto en una única persona (puede ayudar mucho las actividades creativas). Voluntad, entrega, confianza y empuje son aquí las actitudes interesantes a poner en marcha.
Espero que, aunque tarde, te sirva ahora o más adelante en la vida!
Un abrazo fuerte!