¿Quién soy?

(Visto desde fuera)

Mi etapa escolar transcurre de una manera bella y sobresaliente. Tengo un montón de amigos. Tengo un cuerpo sano. Hago mucho deporte. Saco muy buenas notas. Colecciono premios deportivos a tutiplén. En resumen, me siento bastante como el puto amo. Mi vida promete que va a ser espectacular y que no solo me voy a comer el mundo, sino que lo voy a transformar y mejorar. Todo parece lleno de sentido y significado.

(Visto desde dentro) Mis inseguridades crecen enormemente a medida que avanzo cursos. Me he convertido en el empollón de la clase y creo que esto es lo que hace que toda la gente me quiera. Pero no tienen ni idea que no recuerdo lo que puse en el examen de ayer en el que seguramente sacaré un 9 o un 10. Me siento un fraude. Ni siquiera recuerdo qué me gusta hacer cuando tengo tiempo libre. Bueno, en verdad… ¿Qué tiempo libre? Entre el cole, los deberes, el fútbol, los campeonatos de vela y el inglés extraescolar el concepto “tiempo libre” no está en mi diccionario.

Y de repente llega un día en el que la escuela se acaba y tienes que empezar a tomar decisiones que, de alguna manera, parecen definitivas. Las decisiones más importantes de mi vida. Jajajajaja, llego a saber que no era tan crucial todo esto y me lo hubiese tomado con una actitud súper diferente. Pero no fue así.

Realmente se veía como un todo o nada. Así que mi vida “modélica” empezó a tomar las decisiones por mí. Para empezar, ni siquiera se me pasó el no ir a la universidad: ¿qué dirían de mí? Y seguramente esto fue lo peor que me pudo pasar. Todo lo demás se deriva de este punto. Hoy lo haría todo muy diferente.

A partir de ese momento mi vida empieza a dar tumbos. Ya no es tan sencillo sacar buenas notas en la universidad por lo que lo único que me daba cierta seguridad se me desmorona. Dejo el deporte para centrarme más en los estudios. Será la última vez que vea un “six-pack” en mi abdomen a no ser que me lo pinte con rotulador. Descubro que no sé relacionarme con las personas ni con mis emociones. Aun así empiezan mis andanzas de Don Juan y tras dos buenas ostias que me dejan del revés, empiezo una relación estable y que durará la friolera de 9 años y 8 meses.

Aquí ya estoy desconectado de la vida. Miro a mi alrededor y todo es de color gris, no tengo apenas energía ni ganas de hacer nada. Exploro el mundo laboral y no veo nada que me llame la atención. En vez de parar y ver que algo falla en mi vida, me engaño y me vuelvo a agarrar a mi capacidad estudiantil: empiezo un máster en robótica y automática (porque durante la ESO y Bachillerato me había nacido el gusanillo por este campo). Paralelamente inicio mi vida laboral haciendo mis primeros pinitos en empresas potentes del sector: Indra Espacio y HP.

Tengo 26 años. Empiezo a vivir con mi pareja de entonces. Carrera tocha, máster en camino, trabajo en buena empresa, coche y viviendo en pareja. Pim, pam, pum! Ya lo tengo todo. Solo que sigo viendo la vida cada vez más gris, aburrida y vacía. ¿Qué **** me pasa? Estoy muerto en vida.

Dejo HP y me pongo a trabajar en un proyecto emprendedor de robótica educativa. Venga, va. Esto sí que sí. Que junta los dos mundos que más me gustan: la educación con la tecnología. Spoiler alert: será que no, y eso que mi trabajo iba de jugar con Lego. Bueno, pues dejo el Máster porque está siendo nefasto (fui el único que lo pensó así en mi promoción). Pues tampoco, ¿eh? Pues venga, vamos a cambiarnos de piso. Pero finalmente todo este sufrimiento interno era tan bestia que empezó a salpicar a la relación de pareja y “aquí te quedas chaval”. Un proceso agónico que duró casi 3 años y que aún se alargaría 3 años más para acabar de hacer la primera limpieza.

Como siempre intento transmitir en mis escritos y en el podcast: Ikigai no es un lugar que alcanzar, sino una actitud de ser y estar en la vida. Tras tantos años de vicio oculto puedes suponer que retomar la senda de la curiosidad, de la autenticidad y de buena actitud ante la vida se está haciendo durillo a veces. Vienen a visitarme muchos miedos y muchas tonterías que quieren sabotear este nuevo camino que he tomado.