No cuentes los días, haz que los días cuenten
Muhammad Ali
Novedades de esta temporada
Tras el ciclo sobre la abundancia que nos ha ocupado todo el verano, empezamos una nueva temporada con ciertas novedades. Mi intención es abrir un grupo de Mastermind para acompañar de 5 a 8 participantes en su camino a Ikigai y también hacer talleres presenciales monográficos donde iré combinando el Acompañamiento Filosófico con la Improvisación teatral para trabajar la confianza y los miedos.
Si te interesa, escríbeme.
Qué es el síndrome postvacacional
Si bien es cierto que no existe consenso entre la comunidad científica sobre su existencia o no, a nivel sociedad se le está dando una realidad a este concepto del síndrome postvacacional, depresión postvacacional o estrés postvacacional. Llamémosle como queramos. Mi misión de hoy es profundizar en este concepto que tan en boga hemos puesto entre todos. Como siempre, voy a intentar entrar en un análisis lo más minucioso posible. Empecemos.
Para ponerme en situación he necesitado buscar exactamente qué se esconde tras la palabra “síndrome”. Buscando que te buscarás he encontrado un dato muy curioso y es que su etimología proviene del griego de la palabra síndrome y que significaría “concurso” (refiriéndose a la concurrencia de gente). ¿Cómo puede ser que una palabra que significa concurso hoy día pueda estar relacionada con la enfermedad?
Pues tirando un poco del hilo parece que los médicos de antaño (estamos hablando muchos años atrás) concebían que los síntomas de ciertas dolencias se debía a la concurrencia desordenada o caótica. Entonces, era un término que se usaba inicialmente de manera temporal hasta determinar con más concreción la enfermedad subyacente a las personas. Con el tiempo he leído que alguien empezó a usar el término síndrome como sinónimo de enfermedad y ya se ha quedado.
Por lo que si buscamos este término en la RAE podemos leer:
- Conjunto de síntomas característicos de una enfermedad o un estado determinado.
- Conjunto de signos o fenómenos reveladores de una situación generalmente negativa.
Por lo tanto aplicando el apellido que hoy estamos trabajando, el síndrome postvacacional sería un conjunto de síntomas o fenómenos (de una enfermedad o situación negativa) generados por el fin de las vacaciones.
¿Y qué hay tras las vacaciones? Knock knock: la vuelta al cole, a la rutina, al trabajo, a la vida “fuera” de las vacaciones.
El síndrome postvacacional como KPI
Bueno, todo esto ha quedado muy técnico así que trataré de decirlo con mi atropellada manera de comunicar. El síndrome postvacacional es para mí un indicador (un KPI) que nos muestra cuán de satisfechos estamos con nuestra vida habitual.
Míralo de esta manera. Por un lado cada uno de nosotros estamos viviendo las vacaciones desde un lugar en el que conectamos con unas sensaciones que, por lo general, nos son muy satisfactorias. Allí tumbados sin preocupaciones. O viajando por todo el mundo. Conectando con nuestra curiosidad. Sin sentir la presión de rendir cuentas con nadie (ni siquiera con nosotros mismos). Sin compararnos. Quizás haciendo un montón de deporte. O respetando nuestro descanso. Activando más nuestra energía afectiva con nuestras parejas o nuestros amigos. E incluso activando nuestra energía sexual más de lo habitual.
Por otro lado aparece otro estilo de vida diferente. Un estilo donde dejo de mimarme y de cuidarme. Donde atropello sin miramientos mis ritmos, mis sensaciones, mis necesidades… Con auto exigencias debidas a ideas erróneas sobre qué es vivir. Y me maltrato constantemente. Porque fíjate que la actividad que hago es una mierda y a mí me gustaría estar en la playa. O mira a ese de allí qué se ha creído que le está haciendo la pelota al jefe cuando no hace ni la mitad de curro del que yo estoy haciendo, y verás como logrará el puesto que yo merezco. O venga va, que el semáforo se ha puesto verde hace rato y no has arrancado y estoy perdiendo mi tiempo aquí en el coche cuando debería estar en otro lado.
Cuanto más radical es la diferencia entre estos dos estilos de vida, más complicada es la transición entre las dos vidas y más dura es la vuelta al cole y tenemos más probabilidad de experimentar el síndrome postvacacional.
¿Cómo puedo detectar si estoy padeciendo el síndrome postvacacional?
Bueno, yo creo que con el ejemplo anterior queda bastante claro, pero te traigo algunas listas que he recopilado de diferentes blogs y noticias:
- Síntomas físicos del síndrome postvacacional
- Trastornos gastrointestinales
- Trastornos en la alimentación: falta o exceso de apetito
- Insomnio
- Fatiga – Falta de energía
- Sudoración
- Síntomas psicológicos del síndrome postvacacional
- Ansiedad
- Depresión
- Cambios de humor
- Nerviosismo
- Apatía
- Falta de autoestima
¿Te aclara esto algo? A mí, personalmente no. ¿Por qué? Pues porque todos estos síntomas, lamentablemente, los está viviendo el 90% de la población mundial constantemente en el trabajo e independientemente de si ha vuelto o no de vacaciones.
Es cierto que habiendo estado de vacaciones la diferencia se hace más notoria, pero estos síntomas muchas personas los sienten en su día a día. Incluso hay gente que los vive en sus días de vacaciones.
Cómo combatir la depresión postvacacional
Si te fijas, ¿dónde radica el problema del síndrome postvacacional? En la diferencia que existe entre cómo nos vivimos en vacaciones y cómo nos vivimos fuera de nuestras vacaciones. Ahí podemos incidir para combatir la depresión o el síndrome postvacacional.
Es muy divertido, modo irónico on, leer los consejos que da todo el mundo alrededor de cómo combatir estos efectos:
- Retoma la rutina de forma gradual.
- No volver de las vacaciones justo el día anterior.
- Incluir actividades satisfactorias en nuestras semanas (dando por hecho que el trabajo no nos las va a aportar).
- Mantener un horario laboral sensato.
- Mantener una actitud positiva y optimista (¡oh! ¡Gracias! ¡No lo había pensado!).
- Y algunas recomendaciones que van en la misma dirección.
¿Erradican estos consejos el síndrome postvacacional?
Y yo me pregunto, ¿sirve esto realmente?
Bajo mi experiencia todos estos consejos trabajan bien el corto plazo, pero no acaban de abordar el problema de raíz subyacente a todo este malestar. Por eso es frecuente que mucha gente repita este ciclo constantemente año tras año. Como en el día de la marmota. Incluso hay quien lo vive con ciclos más cortos como por ejemplo tras unos días de puente.
[Anécdota de las dos chicas del ascensor].
¿Y por qué sucede esto? Pues, como decía, porque los consejos anteriores solo abordan la superficie del problema. Y desde la superficie solo se está poniendo una tirita al problema real.
El problema real que da pie al síndrome postvacacional
Llegamos al punto donde necesitamos meter una marcha más de profundidad a este trabajo de análisis del síndrome postvacacional. ¿Cuál es verdaderamente el problema? ¿El problema es el trabajo que tengo? Puede ser que cambiando de trabajo te mejoren algunas cosas, pero tampoco erradicarás el problema de raíz. ¿Es porque no he encontrado mi propósito en la vida? Puede, aunque de nuevo favorece trabajar en tu propósito no te asegura que vivas una vida plena y satisfactoria.
Entonces, Javi, me estoy quedando sin opciones…
Mi invitación llegados a este punto es que dediques un tiempo a verificar cómo te vives en vacaciones. Incluso te invito a que vayas un poco más allá para que sea más evidente. Te pido que rebusques en la historia de tus vacaciones un capítulo de tu vida donde las hayas vivido de puta madre y otro capítulo de tu vida donde las vacaciones hayan sido una auténtica mierda.
Si tienes la suerte de haber vivido estos extremos en tu periodo vacacional es fantástico porque así podemos profundizar eliminando la variable “trabajo” y el ejercicio queda más limpio. Si no encuentras ambos capítulos no pasa nada, entiendo que dispones de algunas vacaciones que hayas vivido brutalmente bien, y con esto hacemos.
La invitación ahora es que analices qué diferencias hay entre ambas situaciones. ¿Cuál era tu disposición? ¿Cuáles eran tus pretensiones en cada vivencia? ¿Pensabas en el pasado? ¿Y en el futuro? ¿Te comparabas con alguien? ¿Te respetabas? ¿Te mimabas? ¿Cómo eran tus niveles de energía (física y afectiva)?
En mi propio camino descubrí que lo que marcaba la gran diferencia es que yo en las vacaciones molonas podía sacralizar mi autenticidad y me entregaba a fondo a cada suceso que la vida me iba trayendo. Mientras que en las vacaciones mierdosas no aceptaba las situaciones que sucedían a mi alrededor por lo que no me entregaba a fondo en ellas y, además, escondía quien era realmente.
La solución definitiva para superar el síndrome postvacacional
Por lo tanto, si me has acompañado hasta aquí, podemos ver que el problema de raíz del síndrome postvacacional está entre la enorme diferencia que hay en mi manera de poner en juego en ambos escenarios mi autenticidad, mi disposición de entrega, mi aceptación a los sucesos que acontecen y la manera en cómo me trato con cuidado a mí mismo.
Por lo tanto, la solución definitiva para superar el síndrome postvacacional es sencilla y viene un poco encabezada por la frase que abría el capítulo de hoy: “no cuentes los días, haz que cada día cuente”. Vamos, que vivas permanentemente de vacaciones.
¿Y cómo hago esto? Pues básicamente viviendo auténticamente cada instante, entregándote al máximo a los sucesos que vienen y tratándote con amor y cuidado durante el proceso (recuerda que lo que viene conviene).
Porque no son las vacaciones las que llenan tus días de vida, sino desde dónde vives estos días. Es decir, es importante que veas que las vacaciones que has vivido solo son un mero estímulo que te ha facilitado que vivas todo lo que te estoy sugiriendo. Pero la vivencia la has conseguido gracias a tu disposición de entrega. Y la invitación es que alargues esta disposición ahora por el resto de tus días y sin necesidad del estímulo y la circunstancia de las vacaciones.
Ejercicio nos vamos de vacaciones.
Semana que viene: película “El club de la lucha”.
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