Estoy llorando en mi habitación, todo se nubla a mí alrededor…
Sufre mamón – Hombres G
Antes de empezar
Me gustaría dedicar el capítulo, hoy, a todos y todas las que os habéis animado a formar parte del grupo de Telegram, os habéis puesto en contacto conmigo por alguna de estas redes:
La verdad es que hace mucha ilusión cuando alguno de los exploreitors me escribís y recibir feedback. O cuando empezamos un caminito juntos de exploración.
Fin de semana entre amigos
He estado este fin de semana pasado en casa de unos amigos por Sant Carles de la Ràpita al sur de Catalunya. Ha sido un encuentro fantástico porque los que hemos coincidido compartíamos muchas inquietudes y no parábamos de sacar más y más temas de conversación. Creo que jamás había estado en un fin de semana donde hablara tanto y donde se hubiera generado tanta charla, la verdad.
Dos de los grandes temas han sido el aburrimiento y el tema del esfuerzo. El panorama venía a ser algo así como que una amiga se aburría en el trabajo y, a la vez, parece ser que tiene una creencia típica de esta sociedad que hemos construido que es que si no me esfuerzo lo que hago (o el resultado que obtengo) no merece la pena. Como que no es valioso.
Son dos temas distintos que voy a abordarlos en el capítulo de hoy y trataré de ligarlo al final con el sufrimiento. Ahí te lo llevas puesto, ale.
El aburrimiento
Ya hablé del aburrimiento en el capítulo 14: me aburro en mi vida, por qué, mira hace casi justo un año. Así que voy a repasarlo brevemente que estas cosas a veces se nos olvidan. Lo que planteaba en este capítulo son básicamente dos ideas principales:
- La mirada del aburrimiento como un “no estoy haciendo nada”: en este caso, no pasa nada por aburrirse… De hecho generar espacios de contemplación y de embobamiento es muy provechoso para muchas cosas.
- Porque (y aquí lo ligo con la segunda idea principal) el aburrimiento no tiene nada que ver con el hacer o el dejar de hacer. El aburrimiento tiene que ver con lo presente o no presente que estás en aquello que estás haciendo.
Una frase que lo resume bien: “No es por lo que estoy haciendo que me llena; es por el compromiso interno que tengo ante lo que estoy haciendo” y el compromiso interno NO depende de la tarea que desarrollo. Por lo tanto, cuando te sientas aburrida o aburrido, pregúntate ¿estoy comprometido con lo que está sucediéndome? Y si es que no, se pueden derivar varias preguntas más J
La cultura del esfuerzo
Recuerdo una de las frases que más me repetían de pequeño como si fuera ayer: “no seas de los de la ley del mínimo esfuerzo”. Ahí con la voz de mi querida madre gritándome enfadada por algo que debía hacer a desgana… Lo que ninguno de los dos actores de esas escenas sabíamos era que existe la ley del mínimo esfuerzo, sí, solo que ni ella ni yo la estábamos interpretando correctamente.
Estoy preparando un monográfico de las leyes de la abundancia aprovechando que me he acabado el libro Vivir con abundancia de Sergio Fernández. Pero puedo haceros un pequeño adelanto sobre este tema ya que ha salido este fin de semana pasado con mi amiga.
De alguna manera como sociedad hemos construido un marco en el que parece que si no hay un sacrificio por el camino, éste pierde todo el valor. Si te fijas en las pelis pasa constantemente: hay un héroe que está sufriendo porque su vida es una mierda, obtiene unos poderes que le permiten el acceso a una nueva vida, empieza el camino y todo es maravilloso, entonces de repente se va al lado oscuro de ese poder y fanfarronea, y de repente sucede algo muy heavy que le hace darse cuenta que estaba desperdiciando sus poderes: la muerte de un ser querido, un abandono de su pareja, etc.
Ahí el héroe o heroína, la salvadora no la que te coloca, se da cuenta que todo es fachada. Que está siendo más desgraciado que antes de obtener los poderes. Y tras ese dolor se sobrepone y emerge un nuevo y más poderoso salvador de la humanidad.
El problema en toda esta historia es que empezamos a entremezclar diferentes conceptos:
- Dolor
- Sufrimiento
- Esfuerzo
- Forzarse
Voy a intentar poner un poco de orden en estos asuntos. Empiezo trayéndote un concepto clave que es el que nos ayudará a acogernos a algo en toda esta reflexión que voy a hacerte. Es el siguiente: somos naturaleza. Ya lo he comentado más de una vez y no creo que te sorprenda ahora. Eso espero xD.
La ley del mínimo esfuerzo, saco la definición del libro “Las siete leyes espirituales del éxito”, se basa en el hecho de que la inteligencia de la naturaleza funciona con una facilidad libre de esfuerzos y con una despreocupación tranquila. La podemos llamar también la ley de la no resistencia. Las flores no se esfuerzan por abrirse. Las aves no se esfuerzan por volar. El sol no se esfuerza por brillar. La Tierra no se esfuerza por girar a una velocidad vertiginosa y flotar en el espacio. Es su naturaleza. La flor se abre. Las aves vuelan. El sol brilla. La Tierra se mueve.
Puesto que nosotros somos naturaleza, también nos aplica. ¿Y qué es exactamente propio de la naturaleza humana? Según el autor del libro: que nuestros sueños se manifiesten en el plano físico de manera fácil y sin esfuerzo. Y esto lo logramos cuando nos enfocamos en hacer las cosas desde el amor (el esfuerzo no corresponde al grupo del amor). En definitiva esta ley nos viene a decir que si el camino tiene corazón, es bueno; si no, de nada sirve.
Pensar que esforzarse es algo que dignifica tu vida es una de las peores creencias que hemos comprado a lo largo de nuestro condicionamiento: te desgasta, te genera estrés y consume tu energía. Porque el esfuerzo es un indicador de que no estás respetando tu esencia.
Ahora me gustaría que cerraras un momento los ojos. Conecta con tu cuerpo. Tómate el tiempo que necesites para conectar. Ahora imagínate como un instrumento que es capaz de controlar la energía. Al fin y al cabo con nuestro cuerpo somos capaces de absorber energía, almacenarla y expulsarla. Vamos a comprobarlo. Piensa por un momento un suceso o actividad en tu vida que te haya proporcionado energía. En mi caso se ha dado bañándome en el mar, haciendo una excursión en la montaña o simplemente conversando y riendo con amigos. ¿Lo tienes?
Esa energía que obtengo soy capaz de almacenarla, es evidente porque si no no me mantendría en pie. No podría hacer todo lo que hago durante el día a día. Y, finalmente, voy expulsando mi energía: escribiendo, leyendo, haciendo deporte, bailando, pensando, etc. Sigue con los ojos cerrados. Si supieras gestionar esta energía de manera eficiente, ¿verdad que podrías manifestar cualquier sueño que tengas ahora mismo en mente?
¿Cuál es el problema entonces? Que soy menos eficiente que una bombilla. No sé si lo sabes, pero una bombilla convencional tiene una eficiencia del 2-3%, y los fluorescente y LEDs compactos del 7-15%. ¿Dónde se va nuestra energía? En prestar nuestra atención al ego (lo que creo que soy, lo que creo que debería ser y todas mis resistencias).
Necesitamos aclarar estos conceptos para poder llevar una vida bien vivida, una vida con Ikigai. Mira, no necesitas esforzarte para que las cosas importantes de la vida sucedan y no puedes obtener abundancia mediante el esfuerzo. Así que si no te hace sentir bien, no merece la pena.
¿Cómo puedo aplicar esto a mi día a día?
Una de las claves es la aceptación, saber que lo que te sucede en la vida es perfecto tal y como está sucediendo. Y que si te duele es porque has comprado un modelo que no encaja con la realidad que se está dando. Porque tu modelo es algo concreto, determinado y rígido; mientras que la realidad tiene la infinidad de posibilidades de manifestarse.
Hay más claves y ejercicios que te pueden ayudar, si quieres contáctame y pídemelos. Y si no lo haces, bueno al menos ahora ya sabes que el esfuerzo entendido como el sacrificio no forma parte del conjunto de la vida.
¿Te ha gustado este capítulo?
Para mí es muy interesante saber cómo te están ayudando todas estas reflexiones, entrevistas y propuestas de ejercicicos. Puedes darme tu opinión aquí o dejar tu valoración:
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