Cuando la mente está segura está en decadencia
Jiddu Krishnamurti
Qué es la seguridad
El concepto de “seguridad” proviene del latín «securitas» que, a su vez, se deriva del adjetivo securus, el cual está compuesto por la raíz se (que significa separar – sin), curus (cuidado o preocupación) y el sufijo tas (-dad de cualidad). Así seguridad podríamos decir que quiere decir la cualidad de separarse del cuidado o la preocupación. Vamos: vivir sin temor, despreocupado o sin temor a preocuparse.
Al inicio de nuestra historia como seres humanos está claro que había una estrechísima relación entre la seguridad y la supervivencia. Si buscamos la palabra en el diccionario nos aparecen muchas acepciones de las cuales la primera dice lo siguiente: “Libre y exento de riesgo”. Y otra aparece “Lugar o sitio libre de peligro”. Ahí tenemos la relación entre seguridad y supervivencia: si yo me encuentro en un lugar libre de peligro, hay más probabilidad de sobrevivir.
Nuestro primer contacto con la seguridad
Parece sencilla la relación, ¿verdad?
Vamos a meter una marcha más.
Dejémonos de irnos tan lejos en la historia y volvamos ahora: al siglo XXI. Y me voy a centrar en el contexto que nos corresponde a ti y a mí querido oyente: el primer mundo. Porque si estás escuchando este podcast quiere decir que por lo menos dispones de un dispositivo móvil o un ordenador y una conexión a internet. Así que asumiré que estamos aquí entre los problemas del primer mundo.
Nuestro primer contacto con la seguridad se da en el momento en el que nacemos. Los seres humanos somos los mamíferos que desarrollamos más dependencia con respecto a nuestros progenitores. En otras razas una vez la madre pare a su hijo éste se pone a andar rápidamente, en nuestro caso no es así. Creo que hay un estudio que liga la complejidad del cerebro con respecto a esta dependencia.
El caso es que nosotros cuando nacemos tardamos muchos años en desarrollar nuestra autonomía para la supervivencia. Algo que, como sociedad, aún hemos complejizado mucho más todo sea dicho. Yo he tenido amigos que hasta los 20 años no sabían ni freír un huevo, claro que si desde pequeños nos hubiesen enseñado a cazar quizás otro gallo nos cantaría. Pero no es así, en muchos hogares aprendemos las tablas de multiplicar antes que cocinar.
Por lo tanto, cuando nacemos tenemos esta dependencia con respecto a nuestro entorno. Dependemos de la sociedad adulta para sobrevivir. Y esta dependencia no es gratuita: de hecho tiene un coste altísimo. Infinito diría yo. Nuestra libertad.
Los dos anhelos del ser humano: seguridad y libertad
Fíjate tú si es elevado el coste de la seguridad. Te lo resumiré mucho, pero en mi formación como acompañamiento filosófico nos explican que como seres humanos tenemos dos anhelos: la seguridad y la libertad. El primer anhelo estaría más centrado en la supervivencia; mientras que el segundo habla de nuestras ganas de ser.
El caso es que al nacer, como decía, nuestra seguridad está ligada a un conjunto de condiciones totalitario y dictatorial. Si queremos comer y queremos recibir amor necesitamos comportarnos de una manera concreta y pautada principalmente por el contexto social en el que nacemos y, más concretamente, por la manera de vivir la vida de nuestros padres.
Por ejemplo, si nacemos hoy día lo más probable es que se nos inculque desde pequeños que nos tenemos que ganar el pan con el sudor de nuestra frente a base de esfuerzo. Esta es una condición de contexto social. Luego, según si has nacido en una familia de campo o de ciudad este “sudor de nuestra frente” puede significar arar un campo de trigo o sacar las mejores notas para ir a la universidad y tener un trabajo estable.
La falsa seguridad
Por lo tanto, si te fijas, a medida que nos vamos haciendo mayores y tratamos de encajar en la sociedad esa seguridad se consigue en base a unas condiciones concretas. Condiciones que muchas veces choca de frente con mi manera natural de expresarme libremente. Pero por supervivencia paso por el aro y moldeo mi concepto de libertad.
Esto prolongándolo muchos años resulta en una mala interpretación y asunción de los conceptos de seguridad y libertad. Les damos una forma concreta a estos dos conceptos. La seguridad es tener un trabajo remunerado mensualmente, o es comprarme un piso y no pagar alquiler, o es tener un seguro a todo riesgo, o usar un preservativo cuando me acuesto con alguien. Y la libertad toma forma de poder ir a la montaña, o estar con mis amigos tomando una birra tras el trabajo, o irme de vacaciones por ahí…
¿Pero qué sucede si no tengo esto?
¡Patapam! Se me derrumba el mundo tal y como lo concebía. De repente eso que parecía tan seguro ya no lo es y no sé a qué agarrarme. O no soy capaz de vivir la libertad en cada instante. Para mí, un error garrafal que nos pone de manifiesto que algo tenemos mal asumido. Para esto existen las crisis.
Tomemos este pasado 2020. Millones de despidos, ¿dónde está la seguridad ahora? O no poder hacer frente al piso que te estabas comprando para vivir esa seguridad, ¿y si hubieras alquilado? Un condón petado y el rollo de una noche te dice que está embarazada. O de repente no te puedes mover de casa o no puedes tomar esa birra con los colegas, o se para el tránsito aéreo… ¿A qué te agarras?
Lo que quiero exponer con todo esto es poner en duda lo que entendemos por seguridad. Y que veamos y entendamos que si nuestro concepto de seguridad toma una forma concreta seguramente están sucediendo dos cosas de manera simultánea:
- Estamos errando en comprender lo que realmente es la seguridad
- Muy probablemente estamos atentando contra nuestra libertad (entendiendo libertad como la capacidad de relacionarnos para con la vida de cualquier manera posible)
El miedo está detrás de la falsa seguridad
Y la pregunta a hacerse ahora es: ¿Qué hay detrás de toda esta mala interpretación del concepto de seguridad? Y, ¿qué es la seguridad realmente?
Ambas preguntas deben responderse de manera simultánea. Detrás del concepto mal asumido de lo que es la seguridad está el miedo. ¿El miedo a qué? El miedo a no confiar en tus capacidades y en que todo te viene dado. Porque la seguridad que recordemos es la capacidad de vivir sin temor, y uno o una solo puede vivir sin temor en el momento en que confía en que va a ser capaz de solventar los sucesos de la vida que le vayan apareciendo en su camino. Sucesos que, en verdad, todos sabemos que son inciertos e impredecibles.
Pero cuando no estamos ahí, cuando vivimos la seguridad como una forma concreta aparece una vocecita que te dice que si no tienes esa forma no vas a ser capaz de hacer frente a la incertidumbre. ¿Por qué? Porque no confías en tus capacidades, tampoco confías en la vida y tampoco confías en que los que te rodean sean capaces. Ahí contactas con la escasez, te baja la energía y con energía baja está claro que no construirás nada seguro. Lo cual realimenta tu hipótesis de vida.
¿Cómo le damos un vuelco a esto?
Vale Javi, me has convencido… Estoy viendo como proyecto mi propia seguridad en formas concretas que si se me mueven un poco o me las tocan me ponen nervioso o nerviosa y me generan mucha preocupación e incluso ansiedad. ¿Qué puedo hacer?
Recuerda que hemos llegado aquí porque cuando éramos pequeños necesitamos de los demás para sobrevivir y asumimos que solo podemos lograrlo de una manera muy concreta a través de los modelos que asumimos como nuestros. Nos falta hacer el camino de vuelta. ¿De vuelta a dónde? De vuelta a donde corresponde: nuestras capacidades son nuestras y no dependen de factores externos.
Así, lo “único” que hay que hacer es ir asumiendo todo esto e ir desmontando los modelos que hemos comprado. Para ello tienes varias opciones:
- Haz todos los días algo que te de miedo – Eleanor Roosevelt. Puedes empezar por revisar todos los ejercicios propuestos en este podcast. Cómprate una libreta de trabajo y a por ello.
- ¿Que ves que te falta un poco de disciplina? Bueno a todos nos pasa. Por eso he abierto un grupo de 7 personas para hacernos seguimiento de este tema. La idea es reunirnos una vez cada semana o cada dos (según establezcamos el grupo) e ir revisando todo este trabajo. Tiene un coste de 10€ por encuentro (40€/mes o 20€/mes).
- Si estás por Barcelona y prefieres incorporar todo esto a tu vida, te animo a que te lances con el grupo que he abierto de improvisación teatral. Así poco a poco irás trabajando lo de soltar el control y, por lo tanto, sentirte más cómodo o cómoda con la incertidumbre y reducirás el pánico a lo desconocido.
¿Cómo puedes hacerlo para apuntarte? Muy sencillo: escríbeme a través de proyectoikigai.com/contactar o por Instagram proyecto_ikigai.
Semana que viene: película “Captain fantastic”.
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