Siempre hay que buscar una alternativa y estar preparado para ella
Sherlock Holmes
Retomando el capítulo 42
El caso es que por allá el capítulo 42 empecé a tratar el tema de las relaciones y lo hice a través de la frase “Aporta o aparta”. Por si hace tiempo que escuchaste este episodio, te hago un breve resumen. Empecé explicándote la importancia que tienen las relaciones en nuestro camino hacia Ikigai. Algo trivial, pero que me permitía construir el contexto de trabajo para ese capítulo.
A partir de ahí te explicaba que, bajo mi perspectiva, existen como 3 fases (por llamarlo de alguna manera) en que uno vive esto de las relaciones. La primera fase era un estado de inconsciencia: yo estoy rodeado de personas de las que no me planteo si me están ayudando en mi camino de vida. Simplemente asumo que forman y formarán parte de mi vida.
Si la vida nos zarandea mucho (de la forma que sea) empezamos a valorar aquellas personas con las que compartimos más tiempo. Y algunos entramos en la fase de “aporta o aparta”. Aquí te explicaba como pecamos de un punto soberbio y empezamos a evaluar a las personas de mi alrededor y, sin querer, les hacemos como responsables de algunos de nuestros asuntos. Esta fase, además, se está empezando a hacer popular a raíz de una frase que se está poniendo de moda y que dice que somos la media de las 5 personas con las que más tiempo compartimos.
Ahora me hace especial gracia desempolvar este punto porque hace poco un vídeo de Will Smith se hizo viral a raíz de esta frase. Y cuando digo que me hace especial gracia en verdad es un eufemismo porque en verdad me hizo sentir algo de rabia, jajajaja. ¿Por qué? Bueno supongo que es porque yo he pasado por ahí y también he hecho responsable a mucha gente de mi malestar, de mi falta de energía, de mi mal humor, de mi desorientación, de mis discusiones de pareja, etc.. En definitiva, de que mi vida no era como yo quería que fuera.
Pero hay un momento en que uno empieza a ver cosas raras y se da cuenta que aun cambiando todo el decorado y protagonistas, el guion empieza a repetirse una y otra vez. Y la única variable en común eres tú mismo. Esto me recuerda al monólogo de David Guapo. Si te dejan cabe la posibilidad de que te dejen por otro: maldito, se ha llevado el amor de mi vida y descargas tu ira con él. Pero hay algo mucho peor: que es que te dejen por nadie. Para estar sola. Eras tú el problrma, está clarísimo.
Cuando te das cuenta de esto aparece un espacio para el aprendizaje. Y ves que todo el mundo está aquí aportándote muchísimo valor: que te conozcas a ti mismo/a.
Respuesta a este capítulo
Este era un poco el contexto del capítulo 42. En él una oyente me dejó el siguiente comentario en iVoox: Realmente pienso depende que personas alejes de tu vida. Porque si son personas tóxicas hundidas en el mundo de las drogas y el alcoholismo que no aportan nada positivo a tu vida o son personas que se dedican a hacer el mal sí hay que sacarlas de raíz de tu vida.
Este comentario me dio mucho que pensar, así que desde ya dar las infinitas gracias a Yesenia. Gracias por tu mirada y aportación. Han pasado 3 meses desde el comentario y no te creas que tengo una postura muy determinada sobre este debate, pero voy a intentar aportar un nuevo escenario que, espero, nos abra un nuevo lugar en el que jugar de otra manera.
La idea de persona tóxica
Y empezaré fuerte y me temo que me voy a meter en un gran jardín: “No existen las personas tóxicas”. Terreno pantanoso! Terreno pantanoso!
Ale, ya hemos acabado con el capítulo de hoy. Nos vemos la semana que viene. Jajajaja. Bromas aparte, hoy me gustaría entrar a machete con esta afirmación y bocetaros un poco mi punto de vista sobre este tema, digamos, tan impopular.
Venga, empiezo yo (como si hubiera aquí alguien a mi lado xD). ¿Qué es una persona tóxica? Iré a saco para no alargar mucho el tema. Una persona tóxica es, básicamente, una persona que no está cumpliendo el modelo de comportamiento establecido como “bueno” por la sociedad. Puede ser una persona que tenga tendencia a la violencia física, o a la violencia psicológica, que chantajee o se aproveche de los demás, que malmeta mierda entre otras personas, y un largo (larguísimo) etcétera.
¿De qué depende realmente que yo valore a una persona como tóxica o no? De mis modelos. De los modelos con los que valoro y juzgo a los que me rodean. Pero también de mi modelo de éxito y de otros muchos. Por ejemplo, si para mí es importante alcanzar un puesto de trabajo de cierto nivel, cualquier persona que se entrometa en mi camino que me complique el camino lo podría evaluar como persona tóxica (por ejemplo, aquellas personas que cuchichean en la máquina de café). Pero esto es solo un ejemplo.
Entonces, si una persona tóxica lo es a causa de mis modelos (o de los modelos de la sociedad)… ¿Quién hace de esa persona alguien tóxica realmente?
¿De dónde viene?
Es una buena pregunta, ¿no crees? Claro, para mí es el modelo el que convierte a una persona cualquiera en alguien tóxica. Fíjate: si para mí deja de ser importante ese puesto de trabajo, también me importará menos que otras personas tengan un comportamiento u otro. Es decir, si yo dejo de proyectar mi felicidad, mi plenitud, mi alegría, mi paz, llámale como quieras, en ese puesto de trabajo, no veo a los que me rodean como lastres o tóxicos.
Y esto me lleva a deducir que no existen las personas tóxicas. Caso cerrado.
Cuando vas integrando esta idea en tu vida de repente se abre una posibilidad, para mí, muy bonita. Empiezas a ver que todos tenemos nuestras taras de comportamiento y que somos niños asustados en cuerpos de adultos. Porque, entre tú y yo, este tipo de comportamientos que llamamos tóxicos básicamente están enmascarando nuestras inseguridades y nuestra falta de confianza en nosotros mismos. Pero, por suerte, no es algo que sea permanente en la vida de nadie.
Te pongo un ejemplo propio. Sabrás que estuve en una relación de casi 10 años con una mujer y que en algún momento me fue infiel. Pues bien, yo desde que me enteré de eso y hasta el final de nuestra relación la machaqué mentalmente. Te cuento esto ahora porque lo sé, pero en ese momento no me daba cuenta de lo que hacía. ¿Es algo de lo que me enorgullezco? Te aseguro que no, más bien al contrario. ¿Me convierte esto en una persona tóxica? Tampoco.
Simplemente tenía mis miedos, no sabía cómo manifestarlos y fui trasladándolos a la relación. Me había vuelto una persona muy dependiente de la relación. Me sentía muy perdido en mi vida. No me gustaba mi trabajo. Me había dejado bastante a nivel físico. Vamos, que era como un zombie en este planeta. Y aún tardaría varios años en hacerme consciente una vez terminara la relación.
No me estás convenciendo: ¿seguro que las personas no son tóxicas?
Bueno, retomando lo visto hasta ahora. Hemos determinado que las personas tóxicas no existen. Que simplemente son personas que por circunstancias de la vida se han visto desbordadas y han reaccionado de la manera que sabían. Pero, Javi, ¿las personas que cuando llegan al fin de semana y necesitan emborracharse para pasárselo en grande también? Sí, también. ¿Y los que siempre están criticando a alguien para sentirse mejores, también? Sí, también. ¿Y los que agreden a alguien física o verbalmente, también? Sí, también. ¿Y los que se drogan? ¿Y los que roban? ¿Y los que…? Sí, todos. Todos hacemos lo que podemos. De hecho, todos lo hacemos lo mejor que sabemos.
Y ahí es donde se abre la brecha que nos puede llevar a otro juego de mesa donde las reglas pueden ser distintas.
Si yo entiendo que todos lo hacemos lo mejor que sabemos, ¿quién soy yo para juzgar a nadie? Yo he maltratado psicológicamente a alguien. Yo he gritado a alguien. Yo he robado. Yo he criticado. No me he drogado, pero tengo mis vicios que también son dañinos. Etcétera. Y me rodeo con gente que también está con todo esto encima. Entonces, ¿tengo que apartarles de mi vida?
No y sí. Sí y no. Vamos, que te podría decir de hacer un gallego: ¡depende!
¿Qué hago frente a una persona tóxica?
Vamos, Javi, ayúdame un poco porque está siendo algo denso esto… Venga, vamos allá. La respuesta a la pregunta de antes depende única y exclusivamente de ti. Ni más ni menos.
La opción típica y tradicional en este mundo es juzgar a los demás, clasificarlos en si te convienen o no te convienen, si son útiles para tu cometido y en función de eso mantenerlos cerca o lejos. Vamos, un aporta o aparta en toda regla. Y esto es totalmente lícito que lo hagamos.
Pero hoy te quería ofrecer una nueva alternativa: cuestiona tus modelos. Como hemos visto a lo largo del capítulo de hoy, la “toxicidad” que atribuimos a una persona depende de nuestros modelos. Por lo tanto, si de repente te encuentras en una situación que pone en jaque y compromete alguno de tus modelos tienes la opción de cuestionar al modelo en vez de rechazar a la persona supuestamente tóxica.
¿Cómo puedo hacer esto? Pues te tienes que situar en actitud exploradora. ¿Exploradora en base a qué? Exploradora en base a la persona que tienes delante. Tratar de comprender su historia. Escuchar con amor y afecto el guion de la película que le ha llevado a relacionarse de esa manera con el mundo que le rodea.
Siguiendo con el ejemplo del trabajo. Si tú te acercaras a esa persona chismosa o que supuestamente te lastra en tu escalada hacia el puesto de trabajo que deseas y trataras de ver qué le hace comportarse así… Quizás verías un miedo a no ser querido. O un temor a no ser valiosa. O un pánico a que se le desmonte su vida entera porque en verdad se siente frustrada en su casa. O, ¡yo qué sé! Pero estoy seguro que descubrirías un niño o una niña pequeños con miedo.
¿Siempre podemos hacer esto?
Por lo tanto, mi invitación es que frente a una persona tóxica te traslades a este nuevo terreno de juego donde acoges la tara de cada persona y comprendes desde qué lugar está relacionándose con el mundo. Pero, claro, la pregunta que viene ahora es… ¿Siempre puedo hacer esto?
Y de aquí se deriva el gallego que he hecho antes. Todo depende de ti. Porque solo podrás entrar a este nuevo juego cuando tienes un nivel de energía muy elevado para “aguantar”. Si tu nivel de energía es bajo verás que volverás a tirar balones fuera.
Déjame que te ponga un ejemplo: historia de Darleen en el Camino de Santiago.
¿Qué mundo quieres construir: uno que castigue a las personas porque no disponen de los recursos para hacer frente a sus circunstancias o uno que dé segundas oportunidades?
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